El desafío yihadista, excusa perfecta

Por supuesto que debemos defendernos de los locos y los extremistas, en este caso, religiosos, pero la amenaza yihadista se ha convertido en una coartada perfecta, excusa de carta blanca, para que los estados limiten los derechos individuales y colectivos en pro de los intereses comerciales y estratégicos de determinadas importantes empresas.

Nadie está pensando ni en los refugiados -y los problemas que acarrea su doloroso desplazamiento por el ‘Mare Nostrum’-, ni en su bienestar. Sólo se calculan y miden los beneficios posteriores que generará ese gas y ese crudo controlado y bien repartido tras esta guerra encubierta entre Rusia y EEUU, en la que sólo somos unos mamporreros más.