Opinión

El “culebrón” de la N-232

Lo han logrado, han dado forma al animal. Ya no es cuestión de adjetivar la deriva temporal generada alrededor del desdoblamiento del tramo Mallén-Figueruelas como solución a un problema padecido desde tiempo inmemorial. Lo han sustantivado perfilando la figura de una larga procesión de vehículos que cubrirá el mencionado trayecto: el “culebrón”.

Si no entienden la imagen, lean detenidamente las medidas propuestas por la Comisión Autonómica de Seguridad Vial para solucionar los problemas de este tramo de la N-232. A decir verdad, no han descubierto nada nuevo; hace tiempo que ese bicho forma parte de nuestra fauna habitual. Reptar detrás de la caja del camión que te toque es una prudente recomendación que la inmensa mayoría de quienes conducimos en ese tramo viario llevamos poniendo en práctica desde hace muchos años.

Cuando viajamos por la N-232 no podemos evitar echar un vistazo para reconocer la práctica y patente soledad de una hermosa vía de alta capacidad llamada AP-68. Ella nos recuerda que vivimos en el siglo XXI. Y nos preguntamos: ¿por qué no es posible que los vehículos desgasten los reflejos plateados de su virginal asfalto? Es la aspiración que todos hemos planteado hasta ver desdoblada la N-232. Creo adivinar la respuesta: alguien ha debido de ponderar el coste temporal de pagar los peajes necesarios para equilibrar la existencia de ambos viales, que discurren paralelos a corta distancia, y se le ha debido de fundir la calculadora. Lo grave es que esto deja bien claro el volumen del pecado, sobre todo en camiones de alto tonelaje, que en esta laica sociedad el Estado no necesita confesar, por obvio, pero para el que curiosamente sí exige penitencia a quienes lo padecemos.

Admitido y asumido que trabajamos para conseguir la solución definitiva, el desdoblamiento, queda por resolver el problema temporal que supone la densa y desbordante afluencia de vehículos, con las trágicas consecuencias que vemos que está acarreando. Es por esto que no deja de sorprender la “tormenta” de ¿soluciones? que se han diseñado en el plano de la señalización de la zona.

Alguien debería explicar por qué no se libera la AP-68 en el tramo Tudela- Zaragoza, al menos para los vehículos pesados. Quizás sea preso del rubor a la hora de tener que decirnos que no acreditamos, por no decir que no valemos, los millones que cuesta dicha operación. Si es así, que se retrate. Si tanto nos dicen que vamos a acelerar la obra, ¿qué reparo hay en acometer soluciones temporales, cuesten lo que cuesten, exigibles para un nivel de servicio acorde con el tiempo en que vivimos y no retrotraernos a mediados del siglo XX?

Basta ya de marear la perdiz. Ese tramo viario, en pleno eje del Ebro, necesita estar vivo en todo momento, con una circulación fluida, y la solución no pasa por la actitud resignada de circular en precario por un vial saturado, mientras a pocos metros vemos la presencia lánguida de una AP-68 infrautilizada. En ningún punto de la geografía española, permitirían “parcheos” del calibre que se proponen en Aragón. A este paso, no sería extraño que trataran de convencernos, en un ejercicio de hipnotismo colectivo, de que con las nuevas medidas de circulación propuestas… ¿¿para qué queremos el desdoblamiento??

A lo dicho, tenemos “culebrón” para rato, se coja por donde se coja.