Opinión

El cambio de modelo tiene que llegar. Por Julián Marín Mencos-

Si hay algo que esta dura crisis nos está haciendo ver es lo alejada que está la clase política del ciudadano de a pie. Una clase política que cada cuatro años se acerca al ciudadano, escucha y promete pero que tras las elecciones gobierna de espaldas a él.



Esta crisis nos está haciendo ver que es hora de cambiar el modelo, es hora de que el ciudadano no sea un actor pasivo en la comedia política sino que pase a ser partícipe del espectáculo. Que participe no solo introduciendo una papeleta en una urna cada cuatro años, sino en la elaboración de los nombres que la componen. Que además tenga la potestad durante esos cuatro años de poder cortar la relación con ese político si la confianza depositada en él es traicionada.



Esta seudo democracia que tenemos, en la que los partidos políticos ofrecen a la hora de votar un programa que apenas cumplen posteriormente y en la que elaboran su lista de candidatos fijándose más en personas fieles al partido que en gestores o personas de contrastada honradez, prestigio o sabiduría, es necesario cambiarla. Es necesario que el ciudadano elija no una lista sino unas personas, son necesarias listas abiertas, totalmente abiertas.



En todos los partidos hay gente válida y personas que sin la política estarían prácticamente en el paro. Los partidos son necesarios, como referencia y catalizadores de personas con ideas políticas afines y son ellos los que elaborarán su lista de candidatos pero hay que dejar al ciudadano que elija entre esos nombres, el orden que considere adecuado para llegar al cargo de concejal, alcalde, presidente o parlamentario. Es decir que pueda hacer “su quiniela” de candidatos utilizando los nombres que cada partido pone en lista y haciendo entre todos el equipo de gobierno que él considere más adecuado para gobernarle (por ejemplo el 2º y 7º nombre de la lista del PSOE, el 3º y 5º de la del PP, el 2º y 8º de UPN, el 1º y 9º de IU, etc). Con esto se evitarían muchos de los males que hoy aquejan a los partidos puesto que los candidatos no estarían seguros de salir elegidos por ponerse en lugar predominante de la lista.



De esta forma los ciudadanos podrán, elegir al buen gestor, a la persona que ellos consideren con mas sentido común, mas dialogante, mas honrada o con mas templanza y no al político profesional de grandilocuentes palabras pero “de partido” que éstos colocan en los primeros lugares de la lista de candidatos. Es necesario que el ciudadano elija su “lista” de representantes, al menos en ayuntamientos y comunidades.



Por otra parte es necesario que el político se acerque al barrio, a la ciudad, a la región o comunidad y que responda de sus acciones a esa circunscripción. El barrio, la comarca, la ciudad le informará de sus anhelos y necesidades y él será el responsable de defenderlos e intentar conseguirlos. De su esfuerzo, tesón y logros dependerá que dentro de cuatro años pueda ser reelegido o no por esos mismos ciudadanos.



También hay que decir que un político toma decisiones que él piensa son correctas y que se apoyan en informes de peritos y asesores pero que él finalmente decreta o resuelve. Si esta decisión de construir, de obrar, de invertir un dinero público sale mal o es un fracaso, es cierto que el político no tendrá responsabilidad penal puesto que no hay intención de errar en su criterio pero si deberá tener responsabilidad política.



Los grandes proyectos en momentos no adecuados, los proyectos frustrados, los proyectos y decisiones generadoras de perdidas millonarias tienen que tener una responsabilidad política porque no es normal que el despilfarro y la mala gestión la tenga que pagar el ciudadano que el único error que habría cometido sería haber votado al político no adecuado.