Opinión

El caldico que todo lo cura

¿Estómago triste después de estar toda la noche por ahí bebiendo sin prisa pero sin pausa? ¿Destemplado por la frescurica de la mañana que descubres cuando sales del último bar que había abierto? ¿Ganas de ingerir algo caliente nada más levantarte de la cama a las cinco y media de la tarde? ¿Preocupado por seguir una dieta equilibrada y baja en calorías? La solución no está en ninguna pastilla extraña ni en ninguna postura rara de taichi. El remedio para estos y otros males está en el caldico, el de toda la vida. Aquí os ofrecemos algunos consejos para elaborar este plato tan nuestro, fácil, económico y, sobre todo, muy reconstituyente, que falta nos va a hacer en estos días de fiestas.

Sencilla elaboración

Lo fundamental para elaborar un buen caldico es hacerse con ingredientes de primera calidad. Tanto si nos decidimos por caldo de pollo como por el de gallina, es clave elegir una magnífica pieza. Las mejores suelen ser las de corral...del corral de nuestros vecinos y vecinas. Así que, ya saben, vigilen bien y, cuando tengan a la presa seleccionada, el plan de ataque debe llevarse a cabo por la madrugada. No olviden ponerse guantes para no dejar pistas, un saco o algo parecido para introducir al bicho y un bozal, esparadrapo, cinta aislante...u otra variedad para que el pollo o gallina no emita ningún sonido y no nos delate.

Cuando la sustracción y/o hurto del animalico se haya realizado con éxito, hay que comprobar si nuestros vecinos y vecinas, además de corral, tienen un poco de huerta. Si es así, ya que estamos ahí, arrancar un puerro, una cebolla y, si se desea, una zanahoria. Es muy importante no quitarse los guantes (por lo de las huellas, que hay mucho aspirante a CSI por todos los lados) y no guardar las hortalizas en el mismo saco que el pollo o gallina. No vaya a ser que el bicho tenga hambre y dé con todo. ¡Ah! Y no sean tacaños o tacañas. Ya que están sustrayendo, cojan lo de mayor tamaño.


Bueno, cuando tengan todo esto, salgan inmediatamente del terreno de su vecino o vecina, no vaya a ser que se asusten y la liamos.


Previamente, ha debido de llamar a algún familiar para que ponga a calentar en una cazuela dos litros de agua con un poco de sal. Así, usted llega a su casa, mete todo en esa agua que ya hierve y, con suavidad pero constantemente, queda todo ahí durante dos horas. Una vez que pase ese periodo de tiempo (mientras tanto puede quitarse los guantes del delito, recoger los sacos y contarle la hazaña a su familiar), lo colará y ya tiene un exquisito caldico que, si quiere, lo puede congelar para comenzar a ingerirlo durante las fiestas. Al día siguiente es fundamental que si se encuentra con su vecino o vecina, le salude con total normalidad y, cuando le cuente lo que le ha sucedido la noche anterior, usted emita alguna frase del tipo: “¡pero, cuánto gamberro hay suelto! ¡Ni en nuestras casas estamos tranquilos!”.


Si no quiere complicarse tanto la vida, vaya a las tiendas y/o supermercados, compre los ingredientes y hágalo tranquilamente en su casa.


Para los menos cocinicas, también sirve agua caliente con un poco de starlux de pollo. No es lo mismo, pero todos sabemos lo ocupados que estamos, el poco tiempo que tenemos y el paladar tan poco selecto que usamos durante las fiestas.


Sea como sea, consuman caldico estas fiestas. Su estómago y todo su cuerpo se lo agradecerá.