Opinión

El botellón

Las recientes convocatorias de macro-botellón nos han hecho fijarnos en ese fenómeno juvenil tan extendido del que surgen, el botellón semanal, que reúne en la calle durante las noches festivas al 6% de la juventud española de 15 a 29 años (_ millón) para beber con los amigos. El 75% de los jóvenes consume alcohol (un 15% en exceso), pero la mayoría lo hace en bares o en casa de un amigo. Una minoría, sin embargo, practica el botellón en la calle, que resulta más barato y facilita la socialización, aunque a menudo genera problemas de convivencia (ruidos, suciedad, peleas, vandalismo) que suscitan malestar entre los vecinos.

Esto viene ocurriendo desde hace tiempo, pero últimamente ha aumentado la preocupación por este fenómeno debido a su paulatino crecimiento y, sobre todo, a la presencia en él de un mayor número de menores (entre 12 y 18 años), ya que el 50% de los que beben a esa edad lo hacen en la calle y, cada vez más, combinando el alcohol con el cannabis y otras drogas. Y de repente aparece el macro-botellón ¿Qué está pasando?

El botellón es reflejo de una cultura juvenil española que, aprendida de los adultos, tiene antiguas raíces en nuestra tradición latina, en la que siempre se ha asociado el ocio con la vida social primaria (familia, amigos, peñas) organizada en torno a la comida y la bebida, siendo las fiestas anuales su máximo exponente ritual, con sus habituales excesos.

Sin embargo, las cosas están cambiando. La iniciación al alcohol ya no está tan asociada a la comida y a la familia, que pierde influencia educadora, sino al consumo compulsivo con los amigos; los excesos ya no son anuales (fiestas), sino semanales (botellón, lucrativo negocio); el alcohol ya no sólo se consume con el tabaco, sino también con otras nuevas drogas; y la iniciación descontrolada comienza a edades más tempranas (con sus nocivos efectos para la salud), prolongándose también más años, pues se ha retrasado la emancipación de los jóvenes (momento en que disminuye el consumo).