Opinión

El activo intangible

El hecho de que un cliente se sienta orgulloso de trabajar con una empresa es una de las claves del éxito de la misma; y que el empresario tenga claro que ello se lo debe en buena parte a sus empleados dice mucho de la calidad humana de éste y de la manera en que ha seleccionado a la plantilla con la que trabaja día a día, codo con codo.

Recientemente he leído una entrevista a la presidenta de Microsoft en España, que corrobora estas tesis. Rosa García afirma que en su empresa prefieren contratar a gente amante de la vida, y da el siguiente argumento: “Si tú quieres que tu empleado ame el negocio de tu cliente, le preocupe la sociedad y trabaje por ver cómo nuestra tecnología ayuda a la educación o la sanidad, primero debe preocuparse por su propia vida, sus hijos, su perro, sus hobbies...”.

Seguramente la condición de mujer de Rosa García le dota de una sensibilidad especial para percatarse, sin mucho esfuerzo, de que dar facilidades a los empleados para que concilien su vida familiar y la laboral, redunda muy positivamente en la marcha y los resultados de la empresa. De hecho, el exitoso grupo que preside en España “no quiere trabajadores ausentes emocionalmente, sino que transmitan esa vida a los clientes, que le pongan imaginación y ganas a los proyectos...”. Y eso se consigue, según esta ejecutiva, trabajando de forma flexible; contribuyendo a que los empleados tengan bien cubiertas sus necesidades personales fuera de la oficina, para que ese bienestar redunde de forma directa en el puesto de trabajo. Es tan simple como entender que si das miel recibes miel.

La conciliación es un activo intangible de las empresas que, según los expertos, ayuda a establecer diferencias competitivas y a generar reputación de marca; hace a la empresa más humanista y a los trabajadores más motivados.

La creencia de que primero hay que alcanzar el éxito profesional y luego el personal es errónea, según las directrices de la inteligencia emocional. Si tenemos un cierto equilibrio personal, alcanzaremos más facilmente el profesional, y con él contribuiremos a hacer grande la empresa para la que trabajamos.

Y no se trata de trabajar cuantas más horas mejor; está demostrado que el rendimiento es escaso si se traspasa una barrera determinada de tiempo dedicado al trabajo. Se trata de que el empleado sea un buen profesional, de que realice su trabajo con responsabilidad y efectividad, y dando de sí lo mejor.

Y si un día se ha podido marchar una hora antes de la oficinaporque su hijo tenía fiebre, debería estar dispuesto a dedicar un poco más de su tiempo cuando la empresa, realmente, necesite ese esfuerzo extra. Simplemente, es un toma y daca.