Ahora que acabamos de celebrar el Día de Internet, nuestros datos estadísticos arrojan la cifra de que cuatro de cada diez PC, (personal computer), de esos ordenadores llamados domésticos, se encuentran en el cuarto de nuestros niños, y con conexión a Internet la gran mayoría.
El problema, el serio problema, radica en el uso que los niños hacen o pueden hacer de él, e incluso, y aún más descontroladas, las agresiones a la intimidad y a la malformación que desde la red pueden sufrir nuestros hijos.
Si bien es sabido o por lo menos conocido por los usuarios que existen programas que pueden establecer los filtros necesarios, también es más que sabido que no están colocados en todos los aparatos, y que no en todos los domicilios se tiene conocimiento real, ni del funcionamiento del ordenador en toda su dimensión, ni de las posibilidades de agresiones que, a través de ellos, se pueden plantear como problemáticas para nuestros menores. Más aún me atrevo a decir sin ningún miedo a equivocarme que en un porcentaje mayor del que estamos hablando, los hijos saben mucho más de informática que los padres, y si no, a la larga sabrán, ya que ellos han nacido con esa herramienta de trabajo como algo ineludible.
Sólo pretendo despertar la inquietud necesaria que debe de tenerse por parte de los progenitores, puesto que ese mundo de “la red” es infinito.
