Opinión

Educación y Ciudadanía

Desde que Sarkosy propiciara el debate acerca de cómo deben tratar los alumnos al profesor, estamos asistiendo a todo un despliegue de declaraciones de intenciones sobre cuestiones de educación y saber estar, -“urbanidad” que decían antes-, realmente sorprendentes.

Para colmo de males, Enrique Múgica, ese Defensor del Pueblo que nadie entiende qué hace donde está, con el odio y el rencor que acumula su mirada desde que esos hijos de la gran mentira asesinaran a su hermano, se ha apuntado el tanto tomando para sí los consejos del francés: Ha propuesto que a los maestros se les trate otra vez de Usted.

En el otro extremo, encontramos al colectivo de “Profesionales por la Ética”, que el día 26 presentaron las primeras objeciones a lo que consideran imposición de cursar la asignatura de “Educación para la Ciudadanía”, cuya aplicación está experimentando Navarra, y que dicen está propiciando el Estado en detrimento de la de Religión.

Y todo es un maremagnum confuso, en el que se obvia lo elemental, la buena educación -entendida como saber hablar y saber callar-, las maneras adecuadas, y el respeto mutuo.


Debería ser más fácil que todo eso saber considerar a los demás, como respetarse a sí mismo, pero andamos demasiado confundidos como para apagar el móvil en los funerales... Vivimos sumidos en un tiempo en el que el todo vale, es lo único que vale, donde la educación es una categoría desconocida, y donde el “Usted primero” no prima.