Opinión

Dejará de tronar... después de las elecciones

No me escondo, estoy preocupado como muchos por el futuro de Navarra, y apoyé la manifestación del pasado sábado en Pamplona, y no tengo ningún complejo por ser navarro, español y europeo. Pero no quiere decir que comparta la actual situación caracterizada por un alto nivel de maniqueísmo entre los adversarios políticos, de unos contra otros, ni unos son la extrema derecha, ni los otros han vendido a Navarra.

La mayoría de ciudadanos estamos sordos por la tronera que nos rodea. Hoy es imposible aproximar a los partidos constitucionalistas. Las importantes diferencias en cómo afrontar el final de ETA hace inviable su necesaria colaboración estratégica.

Tanto en España como en Navarra llevamos postergando muchos temas importantes donde es necesario buscar grandes acuerdos, sobre: un modelo de crecimiento económico, el debate energético, la regulación del derecho de huelga, la emigración, las pensiones, la sanidad o la educación en nuestro país. En España seguimos sin consolidar un modelo de Estado consensuado por los dos grandes partidos, y tampoco tenemos una política internacional común. Estás dos últimas son las causas de nuestra gran debilidad en el concierto internacional.

Las contradicciones entre parte del discurso político oficial, y la realidad es cada vez más clara en la mayoría de las sociedades avanzadas, en España hemos visto la escasa participación electoral en los referéndum celebrados en Cataluña y Andalucía. Cada vez un mayor número de ciudadanos normales no se identifican con la actual manera maniquea de hacer política. La abstención avanzará en proporciones nada despreciables. Es verdad que somos una sociedad rica y desarrollada, que llevamos 40 años de crecimiento económico, y muchos piensan que ésto no va a cambiar, producto de ello no hay excesivo aprecio por la política, aunque luego las consecuencias de la misma nos afecta de manera importantísima.