Opinión

¡Cuestión de ilusión!

Esta semana, sin duda, los protagonistas indiscutibles son los niños. Los más pequeños esperan con ilusión la llegada de los Reyes, y ese afán debería contagiarnos. Es algo pendiente de aprender de ellos, ¡dejemos que nos contagie! Su sencillez se echa de menos en este mundo adulto, bronco y oscuro, que nos ciega deliberada

y consentidamente. No es necesaria una ilusión desmedida, efímera ni falsa o transitoria, que roce el absurdo o la simpleza, sino un interés, un desvelo, una actitud positiva construida en el mañana, en la confianza...



Es decir, una ilusión de verdad.



Eso que han dado en llamar "crisis", para acogotarnos, no es más que otra entelequia con la que, como coartada, nos controlan y conducen a una autoflagelación voluntaria

que nos frena, y que es, sin duda, falsa. El ser humano es capaz de aguantar esto y mucho más, de modo que tanta autocompasión, tanto empeño porque esa mentira nos ciegue, no debe nublar nuestra razón, ni detener nuestro caminar.



La vida es justamente eso, una cuesta arriba constante, en la que la meta está cada día en alcanzar cada cima, lograr cada cresta de esa montaña invernal que es sobrevivir a cada amanecer. Para, una vez alcanzada, vislumbrar la siguiente y, lleno de

coraje, volver a hollarla, volver a vivirla.



Así que, dejemos de hablar de "crisis" y hablemos de ideas, de esfuerzos, de inquietudes... En definitiva, de ilusiones. ¡Porque de ilusiones se vive, no de certezas inducidas o de

mentiras repetidas que, de puro

aburrimiento, se tornan verdad!