Opinión

Contra la indecencia, dignidad

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l pasado domingo 19, gran parte de los trabajadores de este país nos manifestamos por las calles de nuestras capitales de provincia en contra del decreto aprobado recientemente por el Gobierno del PP.

Aunque ha transcurrido poco tiempo desde su aprobación, quienes lo apoyan han vertido ríos de tinta explicando las bondades del mismo. El propio Rajoy ha dicho en repetidas ocasiones que esta reforma es justa y necesaria, no sé, me recuerda vagamente a un rezo católico apostólico romano que dice: " Es justo y necesario, es nuestro deber y salvación," y yo añadiría “plantarle cara".

Y en eso estamos los que creemos que es un ataque frontal a los derechos logrados con sudor durante los últimos cuarenta años, pretendiendo eliminar de un plumazo lo más sagrado que tenemos los trabajadores: los acuerdos de empresa, los convenios colectivos, en definitiva, la negociación.

En cualquier ámbito de trabajo, cualquier trabajador sabe que el pacto es ley, es el elemento sustancial en el que se apoyan las relaciones laborales, el equilibrio necesario entre los intereses de la empresa y los de los trabajadores. Sin esos pactos, sin los acuerdos necesarios, los que conocemos el mundo de la empresa sabemos que se descompone uno de los fundamentos del equilibrio necesario para que tanto los empresarios como los trabajadores avancemos en todos los sentidos; mejora de la productividad, mejores medios en el trabajo, más inversión en investigación junto con la negociación colectiva, nos ponen en la senda del futuro y del progreso.

Pero estos valores de la negociación se desprecian. ¿Por qué si se puede contratar a cualquier trabajador más barato para producir, nos vamos a embarcar en la necesidad de investigar, por ejemplo?

Si estas son las soluciones que nos propone el Gobierno del PP para crear empleo, sinceramente son para vomitar, además de ser injustas, innecesarias e ineficaces. Convierten al trabajador en la mercancía más barata del mercado. El trabajo, como fundamento para ser libres, deja de existir. Con esta desregulación, los trabajadores nos convertimos en auténtico producto de usar y tirar.

Pero el domingo los trabajadores dimos una lección de civismo y dignidad con nuestras marchas de protesta por toda la geografía. Ha sido la primera de unas cuantas que a buen seguro se convocarán. La próxima, el miércoles día 29 en toda Europa, y si no se sientan a reconducir el desmán que supone el famoso Decreto, a buen seguro que tendremos que salir a la calle cuantas veces haga falta y dejando claro que no es la única posibilidad que tenemos de demostrar nuestro rechazo absoluto a las propuestas de la derecha gobernante.

El domingo faltaban algo importante en esas masivas manifestaciones: más presencia de jóvenes y más unidad en la convocatoria. Me lo dejó claro una trabajador de 28 años que acudía a la manifestación conmigo en el autobús de Tudela a Pamplona. “Nos lo habéis dado casi todo hecho”, a lo que le contesté: “no es nada lo que nos ha costado llegar hasta aquí en los últimos cuarenta años para lo que tendréis que pelear vosotros para mantenerlo”.

Hace falta unir a esas protestas y luchas a todas las personas que consideren que es una INDECENCIA lo que pretenden los gobiernos que las imponen, hace falta que todas y todos abandonemos dogmatismos del pasado, hace falta que seamos autocríticos, pero sobre todo hace falta una respuesta amplia y unitaria.

Respondamos con DIGNIDAD en la defensa de nuestro maltrecho estado de bienestar.