Opinión

Consejo Escolar, Urtasun y Departamento

Aunque alguno disfrutaría con ello, no voy a entrar en la polémica personal, entre cesado y cesante. Hombre alguna mención caerá, porque eludir lo ineludible es tarea imposible.

Donde pretendo recabar con relevante importancia es en la naturaleza propia de la existencia de un órgano colegiado, cuya creación en el Estado se remonta a las Cortes de 1.812 fruto de aquella norma suprema conocida como “la Pepa”, tan actual como que se encuentra inmersa en esos entes tan reclamados hoy en día y llamados de participación ciudadana, y que en Navarra se regula de la manera actual por Reglamento aprobado en 1.998, al amparo de la LOE de 1.985.

Este órgano nace según los Constituyentes de Cádiz, como un organismo colegiado, compuesto por personalidades independientes del Gobierno, elegidas por ellas mismas mediante cooptación, no removibles por el poder político, con categoría idéntica a la de los magistrados públicos, al que se encomendaba la dirección, organización e inspección del nuevo sistema educativo, sin embargo, el actual Consejo Escolar de Navarra y a reflejo del Consejo Escolar de Estado, se compone como es bien sabido, por representantes de la administración, representantes de los profesionales de la educación, a través de sus fuerzas sindicales, representantes de las federaciones de padres, de las universidades, de los propios alumnos, etc.; y desde luego que para nada tiene funciones de organización, y menos de dirección.

Pero al grano. La labor de dirección la desempeña sobre él, el Departamento de Educación con su Consejero a la cabeza, y así ejerce de “yo lo quito, porque yo lo pongo”.

Durante este curso escolar, desde que Ángel Urtasun preside esta Institución, se ha trabajado a un ritmo desenfrenado, provocado por la adaptación de “otra nueva ley de educación” la LOE de mayo de 2.006, y el trabajo de las Direcciones Generales de Educación no ha sido para menos, ni el del Consejero, y así el del Presidente cesado del Consejo Escolar, que si bien no ha respondido a las expectativas de quien lo nombró, merece un reconocimiento por su labor, y desde luego por su intención. Que no era poner freno a la “producción normativo-administrativa” del Departamento de Educación si no desempeñar su función con las premisas lógicas. Si no tenía a todos los miembros del Consejo de su parte, es normal, él no “los pone y los quita”, pretendía debatir en una búsqueda “subjetiva” del consenso para conseguir una meta “subjetiva” de organización educativa consensuada.

Esa subjetividad, cuasi impuesta es la que no ha sido aceptada por el Consejero de Educación, que de manera “subjetiva” ha optado por el cese.

Pero caben entre otras muchas preguntas, los Consejos Escolares de Centro, el Consejo Escolar de cada Comunidad Autónoma, y el Consejo Escolar de Estado, desempeñan toda su función, o les pasa como al de Navarra del que ha demostrado el Consejero de Educación, o es más que otra marioneta de la que mueve los hilos. (Y para más de más, no los mueve acorde al Gobierno del que depende como Consejero, o por lo menos no es reflejo de los votantes que demostraron con sus votos en las urnas, una línea educativa a seguir)