Opinión

Comunismo papal

Esta sacra semana cuenta con una imagen de excepción: la curia vaticana sentada junto al rancio comunismo cubano. Castro y Ratzinger, mano a mano, encantados de conocerse, al mismo tiempo que contemplando de soslayo a un Jordi, dragón pisoteado, llamado en este caso "Oposición".



La cita estuvo entre lo entrañable, lo interesado, y el respeto mutuo que uno le debe a los demás, pero no dejó de ser una imagen pintoresca que define muy bien este Titanic de imposturas en que se encuentra esta sociedad de contrastes, en la que sólo cuenta el saldo y el haber.



Todo son gestos y poses, porque todo paso a dar, o por dar, requiere de su particular mímica.

Y más vale un encuentro familiar y afable, que negar la mayor al estilo Bashar Al-Assad. De modo que demos por buena en estos tiempos esa estética rojiblanca, de llave en mano, que abrirá sin duda las puertas del cielo a más de un infiel.



Entretanto, y por ejemplo,

los comunistas chinos compran media África, sustentando, mientras cae, la deuda del gigante de pies de barro de este imperio consumista malgastado. Contrastado con esos nuevos ricos del país de los zares que, aún contando con una dudosa legitimidad, se hacen con la costa mediterránea...



Esta vida gira siempre en torno a Ismos que hacen caja sin mirar atrás, de modo que no es de extrañar que el Nazareno dijera aquello de que "el que no es a mí, es conmigo".