Opinión

Como la vida misma

La maquinaria propagandística socialista esta a pleno rendimiento. Todo es puro marketing, "compra" de votos y decir lo que interesa en cada momento dependiendo de la audiencia. Para algo están los 600 asesores de Moncloa. Escuchar a ZP, Blanco, Pajín y demás “progres” del poder resulta entre lo esperpéntico y lo gracioso. Lo mismo te entra la llorera y el desconsuelo como la risa floja o la carcajada más estridente. La verdad es que como actores principales de este circo no lo hacen mal. El PSOE no miente, sólo cambia de opinión.

Nostradamus predijo el fin del mundo pero no se conoce nada sobre la conjunción interplanetaria que se va a producir el 13 de octubre. Fue la visionaria Pajín quien anunció lo que iba a ser el acontecimiento que cambiará el mundo, el encuentro de Obama y Zp en la Casa Blanca. La misma que dijo que “juntos y juntas saldremos de la crisis”. La Aído y su ministerio de Igualdad siguen haciendo estragos hasta con el lenguaje. Estas ministras tienen cuajo. En Afganistán no hay guerra, dice la Chacón, allí hay "violencia generalizada". Y todo por no pronunciar la palabra "maldita".

Pues va el Pepiño Blanco y suelta eso de que “tenemos un presidente que siempre dice la verdad”. Y toda la clan aplaudiendo y los demás desternillándose de risa, mientras los trabajadores de Nissan gritaban lo de “Zapatero embustero”. Este mismo dijo que la subida de impuestos iba a garantizar el cobro de las pensiones. En un momento de lucidez Zapatero aseguró que “muchos españoles están encantados de pagar más impuestos”. Que levante el dedo el primero. Eh, progresistas, no os escondáis. Subir los impuestos es solidario, aseguran desde el gobierno, ahora, como conviene, es de izquierdas. "Curro Jiménez" Zapatero quita a los ricos para poder perdonar la deuda al invadido boliviano. Nada más que 70 millones de euros. Y la señora Salgado va y dice que subir los impuestos beneficia a los trabajadores. Pues cuanto más IVA más solidarios y más felices.

Se va a Madrid el alcalde a ver si consigue el compromiso del ministerio para terminar el Gaztambide. Se podía evitar el viaje, sólo con convencer a Campillo para que de un toque de teléfono a su amigo Bono y este a su vez a la ministra sería suficiente para solucionar el embrollo y se colgaba la medalla el portavoz socialista. Para algo podía servir el pacto, digo yo.