Opinión

Colegio Virgen de la Cabeza de Tudela. Crónica de una muerte anunciada

El Defensor del Pueblo en Navarra recomienda que la población escolar inmigrante se distribuya equitativamente en centros públicos y concertados. El asunto no es nuevo. Hace siete años, la Defensora del Pueblo de Navarra echaba un rapapolvo a la política educativa del gobierno navarro con datos que ponían en evidencia la paulatina construcción de un gueto en el Colegio Virgen de la Cabeza de Tudela.


Las recomendaciones de la Defensora cayeron en saco roto, al igual que las quejas de la Comunidad Educativa y sus esfuerzos por innovar el modelo ofrecido. Según el informe 20002-2003 del gobierno de Navarra, había en el Colegio Virgen de la Cabeza un 45% de alumnado procedente de minorías étnicas. Decía la Defensora que debía “incrementarse el control, por parte de las autoridades educativas, sobre el proceso de admisión de alumnos en los centros sostenidos con fondos públicos” y debían adoptarse medidas claras para “la escolarización y redistribución del colectivo de alumnos que se encuentra en situaciones socio-económicas desfavorecidas entre los distintos centros públicos y privados concertados”. Mientras tanto, recomendaba que Educación se reuniese con urgencia con la comunidad educativa y adoptase “con inmediatez las medidas concretas de apoyo necesarias..., encaminadas a tratar de paliar las carencias derivadas de la situación denunciada”. Lejos de eso, la situación de conjunto en el desequilibrio de la distribución del alumnado en los colegios llegó a ser tal, que el curso pasado los directores de los colegios públicos de Tudela se marcharon denunciando que existía segregación.


Ahora, asistimos con tristeza al anuncio de la muerte del Colegio Virgen de la Cabeza. En Navarra, la Educación no ha conseguido ser prioridad de ningún gobierno; según quien esté al frente se hacen y deshacen planes y modelos, recortando e invirtiendo sin criterios que ayuden a una equilibrada redistribución de la matrícula en los centros educativos cercanos al alumnado. En Tudela hay barrios como La Azucarera que carecen de colegios, mientras se crean otros nuevos en zonas en las que ya los había; o se cierran vías en centros en las que estaban consolidadas, escuelas de San Julián, para abrirlas en otros, Huertas Mayores y Compañía de María; e incluso se permite que un centro escolar , el ya aludido Virgen de la Cabeza, casualmente ubicado en uno de los barrios más humildes de Tudela, se vea abocado al cierre a pesar del esfuerzo de la comunidad educativa y Apyma por mantenerlo vivo, trasladándolo al lejano colegio de Huertas Mayores. Repercusión medioambiental aparte, ¿alguien se habrá parado a pensar en lo que se está haciendo con estos escolares y en la repercusión económica para sus familias? Ojalá el gobierno de Navarra reflexione y decida otras alternativas antes barajadas para el colegio Virgen de la Cabeza, pero, en cualquier caso, ha de respetar, al menos, las peticiones de de la comunidad educativa y Apyma, pues son las familias las más perjudicadas.


Es momento de sentarse y hacer una planificación escolar de Tudela logrando una distribución equitativa del alumnado entre todos los centros públicos y concertados, y buscando su calidad en igualdad de condiciones. Urge paliar el deterioro y carencia dotacional de varios colegios públicos, ser rigurosos con las matriculaciones y no dejar empobrecer unos centros, casualmente públicos, mientras se aumentan vías educativas en otros casualmente privados. La comisión de escolarización de Tudela tiene un reto en estos objetivos. Un trabajo, que debiera ser respaldado por el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra, que tiene que cumplir su obligación de velar por una distribución equilibrada de todo el alumnado en los centros públicos y concertados. Si no, ¿qué nueva crónica negra comenzaremos a escribir, de qué colegio empezaremos a anunciar su muerte?