Opinión

China, cara y cruz

El mundo occidental está deslumbrado con China desde el primer viaje del presidente Nixon en 1972. Los occidentales continuamos asombrados, mi-rando a su gran mercado y con inmensas ganas de llevarnos bien con los chinos, lo que nos ha impedido ver las cosas con objetividad.

Positivos son los valores (ar-monía con el cosmos, culto a los antepasados, el deber y el decoro, la bondad se encuentra en el interior del hombre) de la gran civilización confuciana cuyo estado central, en el sentido que le dio Huntington, ha sido China. Profundamente nacionalistas son los miembros del Partido desde los primeros tiempos con Mao. En 1978 con sus 4 modernizaciones (Agricultura, Industria, Nuevas Tecnologías y Defensa) Deng Xiaoping, apoyandose en los chinos del exterior, rompió con el espíritu colectivo del confucionismo y del maoísmo, y apostó por desarrollar el país -no al estilo de la URSS- sino liderando el cambio desde el propio Partido Comunista, movilizando a los chinos con el slogan “Haceros ricos ¡es glorioso!”

Salvo alguna declaración de los norteamericanos, a favor de los derechos humanos en China, y algún amago de boicot a las Olimpiadas de Pekín, por lo del Tibet, la condescendencia occidental es escandalosamente mercantilista. Nos hemos tapado la nariz y vendado los ojos, prescindiendo de los derechos humanos, y dedicándonos a hacer negocios. Obviando que el régimen chino, sigue siendo una dictadura en lo político, con una economía cada vez más capitalista, sin libertades. La falta de libertades será la causa de muchos problemas en un futuro, no muy lejano. En China aproximadamente cada cuarenta años hay una revolución campesina. Si la actual crisis económica se complica más y se alarga en el tiempo, puede ser la ocasión para que los más desfavorecidos -los millones que se fueron del campo a la ciudad- y que ahora tienen que volver al campo, planteen su disconformidad con su nueva situación.

La dictadura china es especialmente dura con las confesiones religiosas no controladas, persigue sistemáticamente a la secta de los Falungong, a protestantes (más de 1900 detenciones en 2007, 100 misioneros deportados, 270 en prisión) y a católicos (3 obispos muertos en prisión, 3 obispos desaparecidos no localizados, 30 detenidos, confiscación de bienes de la iglesia), y mantiene una iglesia títere, llamada asociación patriótica, rebelde con Roma (www.libertadreligiosaenelmundo.com). Los comunistas chinos obligan a no tener más que un hijo (con 4 abuelos, 2 padres = un pequeño emperador) por familia desde 1979. La ecografía y aborto seguro, es una combinación letal, para las niñas chinas (y en toda Asia), alcanzando al 97% de los abortos, al preferir hijos sobre hijas (por cuestión de dote, y cuidado de padres), produce problemas de desajuste poblacional (100 mujeres por cada 107 hombres). En 2020 sobraran 40 millones de solteros chinos.