Caníbales del pan

La cada vez más angustiosa situación económica de los parados de larga duración de las familias y de los trabajadores a tiempo parcial, la destrucción masiva de empleo en la administración publica, los recortes sociales y libertades, contrastan con las palabras de políticos y banqueros que anuncian el fin de la crisis o el aumento moderado de los salarios. El clima que rodea el mercado laboral y la competencia atroz de los trabajadores a la hora de buscar empleo, hace que se viva la peor situación de conflicto social de las últimas décadas, hasta el punto de que el grito de guerra en la clase trabajadora es hoy día 'Sálvese quien pueda'.



Como si de una estampida de búfalos se tratase van quedando en el lodo los elementos más débiles de la sociedad.

El deseo de quitarle el puesto a otro, la deriva de convertir los derechos en privilegios o sólo el planteamiento de quién tiene más derecho al trabajo, nos está convirtiendo en auténticos caníbales del pan. Si esto lo analizamos desde el punto de vista humano, es compresible.



Lo cierto es que el estallido social es más que inminente y los agentes que abanderan este estallido son el paro y la pobreza a la que nos ha llevado una clase política déspota y miserable.



El camino tiene que ser otro muy diferente, dando paso a la cordura democrática y a la revolución social contra la corrupción, el chantaje, el enchufismo, la prevaricación, el fraude... Eliminando todos aquellos elementos parásitos de la dictadura que siguieron tras la transición.



Es más necesario que nunca que los ciudadanos crean en la justicia y para ello la eliminación de la Audiencia Nacional, el Tribunal Constitucional y el Supremo, así como el aforamiento de los políticos y de las jerarquías del Estado.



Que los Tribunales Superiores de Justicia actúen como órgano supremo en los casos de corrupción, caiga quien caiga, y sin privilegios añadidos. La unidad, la solidaridad, la lucha y el reparto justo en los recursos ha sido el lema en épocas de voracidad capitalista y no la traición, el peloteo o el canibalismo obrero, que sólo nos lleva, como en la fábula, a recoger las migas que otro deja.