Opinión

Campana sin badajo

El refrán es austero, pero contundente: "Don sin din(ero), campana sin badajo". Y éste es el dilema con que se ha encontrado Jesús Zardoya, el Deán de la tudelana Catedral, que ve que con la restauración de las 10 campanas de la seo se le van a ir 170.000 euros, nada menos.



El pasado jueves 18 descolgaron nueve de ellas para llevárselas a Valencia y Alemania a reparar, y la campana María, la más grande con 2.033 kilos, será limpiada en su ubicación en el campanario.



Lo que sorprende de la noticia -y de la medida adoptada de arreglarlas- no es que se haga, que es legítimo, y hasta útil, si no que se afronte su rehabilitación sin contar con presupuesto ni recursos suficientes, a decir del responsable de la colegiata.



Está bien que hasta se propicie una colecta como animosamente ha propuesto el clérigo. La colaboración popular erigió el monumento a los Fueros de Pamplona, en 1903; y esa misma iniciativa, propugnada desde el Ayuntamiento, facilitó que se instalara en Herrerías la imagen de José María Iribarren, tras su muerte en 1971.



Lo triste del caso es que tras una “suscripción popular” como los varios millones de euros que pagaron varias empresas y el erario público para la rehabilitación de uno de los mejores templos de Navarra, el Arzobispado corriera a inmatricular el templo en el Registro de la Propiedad, sin despeinarse. Como tampoco se agobió en exceso de que sea el Ayuntamiento de Tudela quien pague su iluminación nocturna desde junio pasado, si bien es algo positivo para la ciudad, estética y turísticamente... Si Iglesia somos todos, ¿de quién son las Facturas?