Opinión

Cambiemos de óptica: recuperemos valores (I)

El Mercado libre es la solución menos mala -hasta en Cuba están iniciando un masivo proceso de despido de funcionarios (25%)-. Se han cerrado miles de empresas, se seguirán cerrando más -tenemos 4,5 millones de parados- y en este escenario no se justifica la “milonga” de apoyar ¡Si o si! a todo el sistema financiero. Porqué tenemos entre todos que salvar sus torpezas, e incluso los actos delictivos de unos pocos. Los gobiernos occidentales con su keynesianismo intervencionista, siguen empeñados en que vivamos por encima de nuestra realidad, por ello necesitan salvar a los financieros para que sigan financiando sus déficit = deudas país. El resultado un panorama desolador: sobre endeudados, con falta de competitividad, y sin crédito bancario, para el resto.



Todas las soluciones propuestas, consisten en socializar las pérdidas de los poderosos. La deuda pública es en última instancia deuda privada ya que habrá que pagarla de una manera u otra. Han comenzado por lo fácil, tocando las pensiones, las condiciones de jubilación, congelando el sueldo a los funcionarios. Deben decirnos la verdad, la banca española está repleta de deudas incobrables, desde que lo dijo Nouriel Roubini

-Universidad de New York- lo saben en todo el mundo. El mercado libre funciona bajo la premisa de ¡el que la hace la pague! Por ello no pasa nada si hay que cerrar los bancos quebrados, y que vayan a la cárcel los desalmados, así la ciudadanía se reconciliaría con el sistema. No debería ser tan difícil, en las actuales condiciones, convencer a los ciudadanos de que se puede vivir con menos prestaciones del estado, así al tener menos gastos, necesitaríamos pagar menos impuestos.



Necesitamos reformas estructurales: el Estado Autonómico, deberá tener una menor dimensión, las actuales autonomías están sobre dimensionadas, y así no son viables, hay que recortarlas hasta en un 50%. Tanto la izquierda como la derecha, han practicado una política de aumento continuo de los presupuestos, agrandando la administración hasta unos límites casi orwelianos, convirtiéndose en una pesada carga para los sufridos sostenedores del sistema, sometidos a una alta uniformidad impositiva.



Muchas cuestiones importantes continúan sin abordarse, por no ser políticamente correctas: el fomento de la natalidad, con políticas efectivas de protección a la familia; un mix energético sostenible, donde no es lógico que el 53% de lo que pagamos por la luz vaya a temas de moratorias, impuestos, renovables, etc., ningún ecologista explicó que el No Nuclear encarecería la electricidad y la pagaríamos entre todos; la reforma laboral, deben desaparecer los convenios generales, así como las subvenciones a sindicatos y patronales; colocar la moralidad en su sitio, abandonando el relativismo y el hedonismo, que nos conducen a un callejón sin salida; la lucha contra la droga, que tantos estragos hace en la juventud hedonista.



Con la Ilustración se subvirtieron la raíces de lo que había sido la cultura cristiana europea, y ese vacío religioso y cultural, lo sustituyeron con las nuevas utopías que pretendían construir un cielo en la tierra. Hoy conocemos bien sus desastrosas materializaciones históricas. Desde los años 60 del XX, se volvió a ridiculizar los valores occidentales sistemáticamente, con acusaciones de haber cometido toda clase de genocidios contra el resto de civilizaciones, de haber sojuzgado a sectores enteros de la población (mujeres, minorías étnicas, homosexuales), buscando que una parte de la población se fuese desmarcando de los valores occidentales. No existe ningún régimen histórico que aguante bien la comparación con un ideal abstracto de igualdad o libertad, todas las obras humanas tienen en sus materializaciones claro oscuros. Muchos ciudadanos mantienen una confrontación con la fe de su infancia, y que algunos la extienden al resto de la cultura de sus padres.



Hace ya mucho tiempo que la Europa política se abandonó a una óptica trascendente, para analizar los problemas de la sociedad. Muchos lo consideran un signo de madurez. No dicen, que hoy, estamos sometidos a una ideología moderna, cuyo único patrón -su nuevo dios, al que pretenden que todos rindamos pleitesía-, es la versión más ramplona y keynesiana del mercado, con él todo lo justifican, como si fuese un nuevo deus ex machina, pero no nos es suficiente para explicar todo lo que nos ocurre.



Hoy la cultura laica post cristiana es un arma muy débil, por ser hedonista y sólo valorar la vida presente, al no creer en la vida después de la muerte. Está incapacitada en gran medida para enfrentarse a riesgos importantes, como al colapso demográfico que se nos avecina, o a la numerosa y creciente inmigración musulmana. Todo apunta a que no podremos mantener nuestra actual manera de vivir, y en este escenario, el relativismo-hedonismo muestra gran debilidad para luchar por la supervivencia. Muchos han abandonado, en parte, la enorme tradición europea de lucha por las señas de identidad, hoy muchos no quieren luchar por el futuro, porque están interesados tan sólo en los placeres del presente. Apuestan por la meta corta, frente a la meta a medio y largo plazo, pasando incluso del futuro que les espera a sus hijos.



Si se llegase a una confrontación con los valores del Islam, no es imaginable que ante la pujante cultura musulmana sean los valores laicos de los hedonistas los que nos saquen las castañas del fuego.