Opinión

Calidad alimentaria y globalización

Ya han pasado dos décadas, desde que se empezase a escuchar por boca de nuestros representantes políticos en Europa, la palabra globalización. Todos los esquemas productivos diseñados hasta entonces por la Unión Europea UE (antes Comunidad Económico Europea CEE) hasta esa fecha, en La denominada Política Agraria Comunitaria (PAC) dieron un vuelco, y se rediseñó una PAC, acorde a los intereses económicos de los países industrializados, tomándose medidas de apertura de los mercados alimentarios europeos a terceros países.

Parte de esas medidas iban orientadas a tres pilares fundamentales, La calidad alimentaria, el respeto por el Medio ambiente en los métodos productivos y garantizar las rentas de los productores Europeos ante la eminente bajada de precios, como consecuencia de la eliminación de los impuestos (aranceles) a la importación de productos de otros países.

Hoy me voy ha centrar en el primero de los pilares la Calidad Alimentaria. Se dice que el consumidor Europeo somos cada vez más exigentes con los productos alimentarios que metemos en la cesta de la compra. Por pedir que no quede. Pero cada vez, existen más dudas, de que ese consumidor, esté dispuesto a pagar más, por lo mucho más que se le exige al agricultor o ganadero cuando quieren vender sus productos en los mercados.

Esta es una de las cuestiones clave, del debate sobre la competitividad del modelo agroalimentario europeo, respecto a lo que nos llega de fuera.

No se trata, claro está, de renunciar a este modelo, ni al alto nivel de exigencia de nuestros productos pero, a la hora de la verdad, todos esos mayores condicionantes a la producción no tienen un reflejo en los precios que perciben nuestros productores cuando venden sus productos.

No sólo es eso, sino que además se tienen que enfrentar con importaciones crecientes de materias primas que se limitan a cumplir con las normas del Codex Alimentarius en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y que tiene cada vez más abierta la entrada al mercado comunitario, sobre todo a través de algunos puerto de la UE, que son auténticos coladeros.

Por todo esto y más, resulta descorazonador el reciente estudio realizado en el Reino Unido, en el que a grandes rasgos, se concluye que los consumidores Británicos no se muestran dispuestos a pagar más por los alimentos producidos de una forma más respetuosa con el medio ambiente y con los parámetros de calidad alimentaria exigidos. Sólo un 9%, se indica, optaría por productos más caros, pero con una certificación de que ese producto se hubiese producido de forma más respetuosa medioambientalmente. Y un tercio del total no le importa las repercusiones medioambientales en el manejo de la producción.