Opinión

Bochorno judicial

Que no se confunda nadie, que ni todos los jueces son iguales, ni la

justicia, las leyes, y la aplicación de esta, resulta tan sencilla como

parece.

La sociedad en pleno se echa las manos a la cabeza, la “ETARRA” Maite

Aranalde Ijurco, se beneficia de los coladeros judiciales, y ahora está en

paradero desconocido “MOFÁNDOSE” de la JUSTICIA.

¿Qué ha pasado? preguntarán muchos, ¿cómo es posible que una asesina

quede en situación de libertad que propicie su desaparición?

Pues no se trata de una circunstancia fácil de explicar, y “para nada”

justificable, pero señores, no caigan en la falacia de argumentar contra

el sistema judicial y mucho menos contra los jueces. Es la aplicación de

las leyes, la que obliga y permite que se den estas circunstancias, que

dejan perplejo, primero a todo aquel que trabaja en relación con la

administración de justicia, y segundo, no digamos nada cómo se queda el

ciudadano de a pie, que ve como un delincuente, calificable de máxima

importancia, elude someterse a un proceso judicial por no se sabe qué tipo

de errores, o no se sabe qué tipo de circunstancias, pero el caso es que

está por ahí preparando como matar, preparando bombas, asesorando a otros

etarras, o ayudando en la logística asesina de jóvenes como ella, o no tan

jóvenes, que creen que la solución está en el tiro en la nuca.

La aplicación de las leyes, “obliga” primero a los jueces, y después

repercute en la sociedad, un juez, una jueza, no puede hacer lo que

quiera, por más que le gustase, (eso es evidente) pero aunque la evidencia

de los hechos presuntos o probados, inclinen la balanza que la diosa de la

justicia mantiene en su mano hacia uno de los lados, el juez está obligado

al cumplimiento de la legislación vigente, y no puede sino después de

aplicar una medida que considere “injusta” , promover procesos de reforma,

pero nunca puede eludir su obligada aplicación.