Opinión

BATZARRE RECHAZA ROTUNDAMENTE LA VUELTA DE LA VIOLENCIA

Ante la ruptura formal de la tregua por parte de ETA –pues la ruptura real se produjo en Barajas con el asesinato de dos inmigrantes ecuatorianos- deseamos expresar lo siguiente:

- Rechazamos rotundamente la voluntad de ETA para imponer por las armas su ideario abertzale: unidad nacional vasca indivisible, Estado vasco independiente, territorialidad, derecho de autodeterminación en su versión absoluta e incondicional.

- Rechazamos tanto su veredicto porque niega la representatividad de la democracia actual y de las elecciones recientemente celebradas por parte de la ciudadanía vasco-navarra como por la autoridad que ETA se auto-otorga para hacerlo. La democracia actual tiene imperfecciones. Cierto. Pero ¿quién es ETA para impartir legitimidad y para tratar de imponer sus tesis que hoy son muy minoritarias y por ello inviables en Navarra?

- Batzarre niega legitimidad y justificación alguna para que ETA mate y vulnere el derecho a la vida en nombre de las imperfecciones reales de la democracia actual o en nombre de una visión irreal de la sociedad: que en el fondo niega la pluralidad y la legitimidad de la identidad vasco o navarro-española y que no respeta la voluntad ampliamente mayoritaria de Navarra, que no comparte su ideario.

- Desgraciadamente ETA en su comunicado traza un panorama bajo la égida de su violencia previsiblemente para un tiempo prolongado. Es fácil romper y mucho más difícil reconstruir los puentes rotos. Y se arroga la facultad de decidir sobre la vida de las personas en un país sin pena de muerte y de tutelar a la sociedad mediante la violencia y la amenaza, que denotan unas actitudes genuinas del más rancio militarismo.

- ETA es un problema, no añade nada positivo o emancipatorio a nuestra sociedad. Por ello Batzarre ante este problema defiende: 1) La desaparición de ETA por carecer de legitimidad ética y de sentido político positivo: si ETA lograra imponer violentamente sus tesis, sería un desastre para nuestra sociedad. 2) El final de ETA tiene que ser sin precio político: solo puede hablar de sus problemas. El futuro de nuestra sociedad debe quedar sin ninguna duda en manos de la ciudadanía y de sus instituciones y fuerzas representativas. En este sentido, si se habla de diálogo político, no puede haber ambigüedad alguna: ETA no pinta nada en el diálogo o decisiones sobre los temas políticos. 3) Los diferentes poderes públicos deben respetar los derechos humanos en la lucha contra ETA: no puede haber torturas ni política penitenciaria que suponga castigo a los familiares de los presos mediante su alejamiento ni vulneración de lso derechos humanos que les corresponden, etcétera.

- Y, finalmente, es necesario que se produzca una deslegitimación social de ETA. Esta es la madre del cordero: mientras ETA encuentre apoyos políticos suficientes de modo directo, mientras encuentre comprensión, ambigüedad en otros sectores abertzales o de izquierdas o eclesiásticos –como lo ha encontrado en otras ocasiones de nuestro pasado inmediato- será muy difícil que tome la decisión de abandonar la violencia. Y sin este requisito no hay Gobierno de izquierdas o de derechas que pueda hacer nada para arreglar o favorecer el final de este capitulo tan desastroso para la sociedad vasco-navarra y para la española.

Permanente de Batzarre.