Opinión

Ayuntamiento somos todos

El término ayuntamiento, en su acepción etimológica, se define como la acción o efecto de ayuntar. Ayuntar es una expresión antigua que deriva del latín adiunctus y que significa unir, juntar o añadir. Podríamos decir entonces que ayuntamiento se identifica como la acción de unir, juntar o añadir.

Esta definición literal nos muestra como debería ser el ayuntamiento de nuestra ciudad. En el ayuntamiento debe reflejarse la unión de los tudelanos por el bien de Tudela. Salvando las diferencias de visiones e ideales, debe reinar un compromiso conjunto de desarrollo y progreso de la ciudad. Siempre es más loable un “tienes razón” o un “no lo sé” antes que obcecarse en el error. La lógica y el sentido común deben reinar en la administración municipal. Los intereses o deseos personales chocan con la búsqueda del bien común.

En el ayuntamiento debe recogerse la aportación, la “añadidura” de los ciudadanos. Tienen que existir métodos eficaces que recojan las sugerencias y quejas de la gente. Si lo conseguimos, estaremos logrando una gestión eficaz, disponiendo de más personas dispuestas a solucionar los problemas de la ciudad, y motivando a otras a que expliquen sus propuestas y preocupaciones. No nos podemos permitir que en las decisiones que afectan al futuro de Tudela no se reflejen las opiniones o sugerencias de las asociaciones o colectivos implicados en estos temas. Estaríamos desperdiciando la mejor voz, el mejor conocimiento que puede llevar a una buena solución para todos.

En el ayuntamiento “vamos” todos juntos. Si suben las tasas, suben para todos. Si en una calle las baldosas están mal, todos pasamos por esa calle. Las decisiones o indecisiones del equipo de gobierno municipal nos afectan a todos.

Si alguien rompe un banco nos quedamos sin poder sentarnos. Si alguien rompe una papelera todos nos quedamos sin poder tirar basura en ella. Dentro de nuestra vida cotidiana en la calle, tendríamos que cuidar los elementos de la ciudad. Simplemente por el mero hecho de pensar que son nuestros y que su deterioro o rotura suponen el no poder disfrutar de ellos. Sin hablar del dinero que nos costará, a todos, la reparación o sustitución de dichos elementos, Sin moralismos ni reproches. Sólo por un deseo lógico personal de encontrarte las cosas bien y dejarlas bien para los que vienen detrás. A nadie se le ocurre tirar en su casa papeles por el suelo, o romper los muebles.

Y es que, cuando salimos a la calle, salimos a la casa de todos. Cuando no sentimos la ciudad como nuestra, o al menos en parte la indiferencia lo cubre todo. Se pierde el criterio. No hay debate sobre los diversos elementos que conforman Tudela. ¿Nos gustarían de otra manera?, ¿qué cambiaríamos?

Aceptar los hechos porque sí, pensar que uno mismo no puede (ni quiere) cambiar a mejor el entorno que nos rodea todos los días es un contrasentido. Es tirar piedras contra tu nuestro propio tejado. Querer es poder.