El Gobierno de Navarra acaba de aprobar una nueva convocatoria de ayudas a madres trabajadoras que en 2006 tenían algún hijo o hija menor de tres años. La cantidad que percibirán estas mujeres será de 1.800 ó 1.200 euros anuales, en función de la renta de la unidad familiar, es decir, 100 ó 150 euros mensuales. Esta medida que persigue incrementar el índice de natalidad y facilitar a la mujer su incorporación a la vida profesional, invita nuevamente a la reflexión. La cantidad es escasa, aunque es bienvenida, claro; menos es nada.
No obstante, debería extenderse a todas las madres con hijos; y para las madres y padres trabajadores articular otras medidas complementarias y más acordes con la conciliación de la vida laboral y profesional, como el aumento de las bajas maternales, flexibilización de la jornada laboral...; es decir, disponer de más tiempo para estar y atender a sus hijos. Estas ayudas, por otra parte, deberían extenderse a las mujeres en paro. Y si no es posible dárselas a todas, seguro que existen familias que las necesitan mucho más que algunas de las que las reciben dentro de esta convocatoria. Pero esas ayudas formarían parte de otro capítulo y epígrafe.
