Opinión

Arrancan las fiestas

Arrancan las fiestas y con ellas rompemos la rutina. Las fiestas son especiales por lo que tienen de trasgresión de la norma en todos los sentidos en los que cada cual se lo pueda y quiera permitir. Se goza más, se come más, se baila más, se sale más, se liga más, se gasta más… También es cierto que se duerme menos, se piensa menos, y se descansa menos. Pero, en la balanza, por lo general, al menos para quienes la salud les acompaña, los más pesan más que los menos. Lo sabe bien la juventud que siempre quiere más días de fiesta.

Sin embargo, no deja de tener sus dificultades la combinación de todos los intereses y derechos en días como estos. Jóvenes y bares, quieren alargar la noche para la fiesta. La vecindad y quienes siguen trabajando esos días o están enfermos, al revés. Hay muchas más contradicciones: económica entre quienes viven de las barracas de la feria y quienes las usan; de convivencia entre quienes llevan las ropas blancas y quienes se encargan de tenerlas limpias y planchadas; idem entre quienes saltan y descorchan botellas por la calle y quienes la transitan esquivándoles; entre las mujeres que quieren vivir la fiesta en libertad sin acoso alguno y quienes se creen con derechos sobre ellas. Y así un largo etcétera. ¿Cuál es la solución?

Como en todo conflicto de intereses, sólo es posible el acercamiento con voluntad e implicación de todas las partes. No es cuestión tan sólo, aunque también, de política municipal. Es necesario establecer unos horarios y dentro de la trasgresión, ciertas normas. Pero es incluso más importante la voluntad, tanto de las personas individuales como de las peñas y colectivos que animan la fiesta, de comprenderse mutuamente. Trasgresión no tiene por qué significar insolidaridad. Puede romperse la norma pensando también en el resto de quienes nos rodean. Y ahí está el quid de la cuestión. En que quienes viven las fiestas con más marcha sepan marcar sus límites y que quienes se encuentran en otra etapa o situación de la vida, entiendan que son unos días extraordinarios en los que nada funciona como siempre.

Eso sí, hay algunas cuestiones que competen al Ayuntamiento y que me temo van a repetirse en las mismas condiciones que otros años. Por ejemplo, el precio de la feria infantil. Si el ayuntamiento paga verbenas, conciertos, espectáculos taurinos, actuaciones para el público infantil y adulto, ¿qué le impide subvencionar aunque sea parcialmente las barracas infantiles en la feria? Hay familias que tienen que optar por salir de la ciudad porque su bolsillo no les permite afrontar los gastos que conlleva la feria infantil. ¿Por qué no ha de hacerse cargo el ayuntamiento de un porcentaje de lo que cuesta cada viaje, igual que lo hace con el resto de entretenimiento de las fiestas?

Esta es una de las cosas que podrían cambiar si el ayuntamiento se implicase.

Tampoco estaría de más que a dicha cuestión y a las sugerencias de las peñas, se le añadiese una democratización del lanzamiento del cohete. A base de reivindicarlo, conseguimos que el cohete dejase de lanzarlo el alcalde en exclusiva, pero sigue siempre en manos tan sólo del equipo de gobierno. En su origen, el cohete ni siquiera lo echaba nadie del ayuntamiento. Este se lo apropió, y más concretamente en Tudela se lo apropió el alcalde. Si todos los grupos municipales presentes en el ayuntamiento son elegidos para representar al electorado, ¿por qué no tienen todos la opción de lanzar el cohete? Es más, ¿por qué no tienen dicha opción personas que no están en el Ayuntamiento y trabajan mucho por mejorar Tudela?

Nuestras fiestas son estupendas, pero se pueden mejorar.

Milagros Rubio Salvatierra