Opinión

Algo bueno tiene la Crisis

Todas las cosas en la vida tienen su cara y su cruz, y no todo lo que nos trae la profunda crisis económica es negativo ni mucho menos. Claro que ello no sirve de consuelo, al nuevo parado, al comercio cerrado, o al empresario en concurso de acreedores. Todos sabemos que el espectacular desarrollo económico de los años pasados, supuso un periodo con enormes cosas positivas, sacando de la miseria más de 300 millones de chinos y a 200 millones de indios. El mundo está más interconectado con la globalización, los índices de riqueza se han extendido, y todo ello es muy positivo.

Como contrapartida, la expansión desmesurada del crédito barato, durante un largo periodo, nos llevó a un endeudamiento feroz de familias y de empresas, que encareció todo, y ahora nos encontramos con una pérdida fuerte de valor de las cosas -al no existir demanda-. Hoy todos somos más pobres, y el aumento del paro está llegando a cuotas difíciles de soportar, para muchas familias y sin embargo, conviene mirar la realidad con otros ojos, pensar no solamente en términos económicos, ver las cosas desde otra óptica.

Todo aquél desarrollo, tan espectacular, también tenía cosas disparatadas y negativas. Hemos basado la apreciación de las personas solamente por el tener, han proliferado demasiados personajes populares, con escasa valía personal -basados en el famoseo y la apariencia-. Es lamentable que después de años de lucha, por el derecho a la intimidad, hoy exista un mercado de la venta de la privacidad / cotidianidad. No se admira a un investigador, a un maestro o a un agente social que trabaja por los demás, parece que se aprecia más el tener un físico estupendo y el descaro de exhibirlo... se da excesiva importancia a la imagen, como vemos en todos los concursos y teleseries dedicadas a jóvenes, donde se potencian valores, no siempre recomendables. Tras tanto fuego artificial y superficial, la crisis nos obliga a todos a volver a recordar las cosas esenciales, abandonando lo circunstancial, y esto desde luego, siempre es positivo.

La crisis nos sitúa ante la nueva realidad de las cosas, que nos obliga a recuperar la austeridad y la solidaridad, como modos de vida, reconociendo el verdadero valor de las cosas, apreciando el esfuerzo que cuesta conseguirlas, acercándonos a parámetros de mayor normalidad. Vivir adecuándonos a las nuevas posibilidades, nos pone a cada uno en nuestro sitio. Antes se decía que no es más feliz, quién más tiene, sino el que menos necesita, y en la etapa del espectacular desarrollo económico, lo olvidamos. Hoy la crisis nos obliga a que dejemos de compararnos con el vecino, y abandonemos la loca carrera del consumo compulsivo y superficial, pues ya no es posible seguirla.