En unas jornadas técnicas sobre jóvenes y conflicto, defendió la educación como vía para responder a las conductas problemáticas, y afirmó que las respuestas de las instituciones “deben dar prioridad a aquellas que sirvan para la responsabilización, más que para el castigo”. Del mismo modo, destacó “la importancia de las normas como guías de actuación” que, a su juicio, resultan “imprescindibles en la adolescencia”. Los jóvenes “deben hacerse responsables de sus conductas y comportamientos”, añadió. Por ello, defendió que “se haga reflexionar (a los adolescentes) sobre las consecuencias de la transgresión de las normas y el daño que pueden causar a otras personas”.
