Opinión

¿A quién votar? ¡Hay que apostar!

La frase más comentada estos días es “¿a quién voto yo?”. Los círculos familiares y de amigos se debaten en torno a un dilema que ha pasado de elegir de entre lo malo a lo peor, a optar por un abanico colorido de más de lo mismo, pero diferente... ¡Nunca lo sabremos! Sólo queda apostar y elegir.

Sin duda, lo importante -como en todo- es participar. Es decir, no dejar que para una vez que nos consultan algo sean los de siempre los que decidan por nosotros y, sobre todo, por ellos mismos. Esto es contundente, y debiera hacer reflexionar a quienes pasan, están decepcionados o cabreados, o a quienes pretenden castigar al sistema con una abstención que a la postre beneficia aún más al Statu Quo, sus vicios y sus muchos vividores.

Dicho esto, el panorama ante este 20D es paradójico. Las maneras de unos, las formas de otros, engatusan, pero las formaciones no convencen, al menos, del todo. ¡Gran dilema fundamental en el que una sociedad debe retratarse y arriesgarse!

Cómo perfilar un país; cómo posicionarse ante el futuro; con qué proyecto; con qué objetivos y fórmulas es difícil, y más si sólo partimos de debates livianos, eslóganes de salón, programas de copia pega y declaraciones de intenciones, pero es mejor que nada... ¡Lo llaman libertad, sí!