Opinión

A los exabruptos de Izco

Es una verdadera pena, después de tanto tiempo colaborando en esta revista con artículos de opinión, que tenga que dedicar unas líneas a defenderme por uno de mis artículos. Me refiero al cariñoso artículo que me dedica Izco en la edición de Plaza Nueva del día 28 de noviembre, cargado de exabruptos y otras lindezas incalificables. Quiero entender que en este caso la carta corresponde al cartero y que no ejerce de mero transmisor o intermediario. Por ello siento que es mi deber y obligación, lo primero, felicitarle por un artículo cuyo mayor mérito es carecer de errores de sintaxis, aunque utilizar tantas veces “corto” en varias de sus acepciones deja al descubierto su riqueza de vocabulario, además de su intención. Me honra que todo un parlamentario foral dedique su tiempo a meterse con el alcalde de un pequeño pueblo. No me dé la importancia que no tengo y por si le sirve de algo, mis artículos de opinión no los escribo desde mi condición de alcalde sino como un ciudadano más; sin embargo su desproporcionada contestación la hace como parlamentario foral.


Por otro lado compruebo con sorpresa que lo del talante, en su caso, brilla por su ausencia, porque con sólo un poco de educación hubiera podido dar su opinión sin faltar (pero su fama le precede y ya me habían advertido). Este comportamiento me reafirma en la convicción de que los partidos políticos deberían hacer pruebas de actitud y de aptitud antes de presentar a los candidatos para ocupar puestos de representación institucional. Como usted bien sabe, habría muchos que no darían la talla por faltones y bocazas.


Ocurre con demasiada frecuencia que siempre habla quien más tiene que callar. Resulta que quien ha hecho del exceso verbal su particular forma de hacer política se permite acusarme de no se sabe muy bien qué, con el insulto y la descalificación, por decir de forma educada lo que pienso. El buen talante sr. Izco, además de la educación, consiste en ser respetuoso con nuestro derecho constitucional a la libertad de expresión. Imagino que tantos años en política le habrán enseñado algo, aunque soy consciente de que ciertas carencias es muy difícil cubrirlas si falta lo esencial, pero con voluntad algo se puede mejorar.


Ha olvidado que insultó a muchos navarros acusándoles de ladrones y que por ello visitó los tribunales, quizás su experiencia personal debiera transmitírsela a algún compañero suyo en el parlamento (por eso de que el saber no ocupa lugar) y no decir tantas sandeces que demuestran lo atrevida que puede llegar a ser la ignorancia. Todo un parlamentario foral me acusa de excesos, ¿Qué excesos?, de mentir ¿En qué he mentido?, de que mis opiniones coinciden con las de Batasuna ¿En qué? He podido constatar que sabe leer, pero me quedan serias dudas de que entienda lo que lee; porque de lo contrario no diría lo que dice.


Siento simpatía y respeto por un profesional como Marianico “el Corto” porque para poder hacer gracia hace falta inteligencia, y él siempre la ha demostrado. Por eso su intento de hacer el chiste fácil conmigo desde la descalificación lo único que demuestra es quien es realmente el “corto”. Me gustaría tener un rato para explicarle la diferencia entre gracia, ironía, cinismo, sarcasmo, corto (costus) o alto (altus), pero tengo obligaciones que atender y no puedo perder el tiempo enseñando a quien no quiere saber. En cuanto a los otros calificativos que tan generosamente me propina como zopenco o zoquete, dejan en evidencia a quien los pronuncia y sobran comentarios.


Yo nunca he sido meritorio en ese mundo imaginario que usted describe (UPN-PP), quizás traicionado por su propia querencia. Ahora estoy donde quiero estar, sin embargo, comprendo que usted necesite estar permanentemente haciendo méritos ante Ferraz para justificar el sueldo y el cargo.


Lo de la sanidad, la educación, el bienestar social, y otros muchos temas de interés, no sólo para los Monteagudanos sino para todos los navarros, creo que usted no es el más indicado para dar consejos desde el desconocimiento. Como diría su jefe de filas, zapatero a tus zapatos y aprende a zezear que no sabes; pero con talante, talento y educación .