Opinión

¡A comer!

En este tiempo, no es la Felicidad el denominador común que determina la realidad, sino la mesa. La Navidad viene marcada por la comida, y es el menú su máximo representante, porque Navidad es a comer, lo que beber es a Fiestas: Es lo que se debe hacer en diciembre, al margen de las dietas, la salud o el sentido común.

Al auténtico chiste oficial del conejo en boga este año, se suma el status que proporcionan determinadas viandas, de tal forma que estar de comida familiar y de cenorrio de empresa ya no es suficiente: Si cenas besugo o cardo, eres un clásico un tanto soso, y si son unos huevos fritos, pasas por rebelde atemporado por no hacer lo que se lleva, y se debe, -porque en esto, como en si te saltas la misa del gallo, eres un sacrílego-.

Si pasas del marisco denotas falta de liquidez, y si comes determinadas carnes pecas de inoportuno, o de glotón, que aún es peor. Al margen quedan los antojos y los caprichos... Estamos condenados al ibérico porque ya es de pobres o de gente poco progre o indocumentada sólo picotear “jamón”, así, a secas. ¡Seremos imbéciles!

Prefiero disfrutar de las viandas de cada día, -verduritas a ser posible-, antes que pasar por este calvario del qué dirán gastronómico del ¡a comer que es Nochevieja! M.