Opinión

La Iglesia de Amor

Cambiar la Iglesia de Roma por la Iglesia de Amor que Cristo nos enseñó, parece que va acostar mucho.

Mis conocidos y amigos se sienten molestos porque critico a los Obispos.

Parece que no se puede criticar, ni pedir la dimisión de los mandatarios Católicos.

En dos mil años, no hemos podido hora es de que podamos.

Cuando una junta ejecutiva lo hace mal, se provoca una moción de censura, se prepara una alternativa y si se tiene fuerza, se les cesa, ¡Eso tenemos que hacer con este Papado!

El actual Papado, como el anterior, en vez de escuchar lo que se dijo en el Concilio Vaticano II, insiste en sus errores.

La sociedad moderna ya no entiende a estos mandatarios.

Las personas huyen de los sacramentos, y si hacen uso de ellos, es por tradición o por folclore.

Casi nadie siente espiritualmente un bautizo, una comunión, una boda y mucho menos una confesión.

Los que éramos fieles, ya no lo somos y eso se palpa, cuando vas a estos eventos.

Los comulgantes, blasfeman a los cinco minutos de salir de la Iglesia, los contrayentes conviven maritalmente antes de casarse, casi nadie se confiesa, pues se ha perdido la noción de pecado.

Y qué hacen estos mandatarios ¡Nada! Tragan y tragan, que la sociedad vaya a su aire.

Esto se llama hipocresía, por ambas partes y alguien tendrá que poner orden a este caos, que ensucia el mensaje de Cristo.

El presionar a la Jerarquía como hago yo es la clave.

Desmitificar a Jesucristo, para hacerlo llegar a esta sociedad, es la solución y no hay otra.

Jesús es como nosotros y así vale su ejemplo.

Pero eso implica acabar con el poder del Vaticano.