Opinión

Juventud divino tesoro

Estos días hemos leído, vuestros exaltas y felicitaciones, al pueblo en general y a vosotros en particular por los actos y festejos que organizasteis y celebrasteis este último fin de semana del mes de Octubre para el buen suceder de las Fiestas de la juventud en nuestra ilustre Villa de Buñuel.

En estas felicitaciones, dando un claro ejemplo de vuestra humildad y buena voluntad, confesáis que quizás no todo haya sido perfecto, pero que seguiréis trabajando para mejorar en lo que se pueda mejorar.

Desde luego, sin lugar a dudas, se puede testimoniar que ha habido una circunstancia que a buen seguro han desvirtuado estas fiestas, puesto que se ha reincidido en la situación de vejación, humillación y menosprecio que han tenido que soportar de nuevo los vecinos de la Calle Navas de Tolosa, espacio público en el que ha estado ubicado el absurdo y aberrante, el ilegal y patético corral de las vacas que ha estado instalado en la calle durante veinte días y que luego de ser levantado, ha dejado en huella: las huellas de la polvareda y los excrementos secos de los animales. 

Ya sabemos que no se puede objetar este pequeño inconveniente ante el inmenso esfuerzo popular que se realiza para organizar dos días y medio de fiesta, y que estas pocas y escasas horas de vacas por la calle, que siempre saben a poco, son imprescindibles para dar sentido a las fiestas y que no es conveniente sopesar y dar valor en beneficio de la mayoría: a los perjuicios a los que son sometidos unos pocos vecinos que con inusitada resignación cristiana han de soportar: los ruidos, los gritos, la inseguridad, la insalubridad y suciedad que queda agarrada por muchos días en el ambiente. En esta salida de pata de banco: algunos derechos quedan pisados, otras leyes son se tienen en cuenta aprovechando la ignorancia, enormes soberbias son inflamadas hasta lo grotesco y las cacicadas son ratificadas por la mayoría satisfecha, y al mismo tiempo: alimentar muchos egos públicos y privados con los que se pretende justificar que los más importante es el esplendor de las fiestas. 

Esta instalación se hace, sin necesidad alguna, salvo querer alargar: el malestar y la incomodidad a los vecinos, que a fuerza de hacerlo insoportable para ellos, consigue que alguno de ellos no pueda venir a disfrutar a su casa y a su pueblo cada uno de los días que ha estado instalado el corral la calle en la que viven.

Hora puede ser que cambiemos un poco.