Opinión

¡Cabritos!

Digo “cabritos” porque en esta historia los protagonistas son gente muy joven, unos niñatos irresponsables que nos han conducido al extremo de que el domingo día 6 de julio se diagnosticasen en Navarra 507 nuevos infectados do coronavirus con una positividad del 27,5% y, aunque poco a poco van disminuyendo los contagios, ¡es algo intolerable! Pero aquí también hay otros actores a los que por edad, y supuestamente por formación y experiencia, les debemos exigir una actuación mucho más convincente que la tenida, por lo que en ellos el sufijo “itos” de cabritos es insuficiente, el adecuado es “ones”. 

Hace un año, al comenzar el verano, parecía que ya estábamos casi al final del túnel pandémico y todos abrimos la mano: salimos, consumimos, cerramos los ojos ante los evidentísimos abusos de algunos… Y las consecuencias fueron las olas víricas segunda, tercera y cuarta. 

Y ahora que parecía todo bien encaminado, con la pandemia medio controlada, alto número de inmunizados y tiempo veraniego…, de repente ¡ancha es Castilla! Los gobernantes, hartos del flagelo al que les sometió la epidemia desde marzo del año pasado, se han mirado al espejo y han decidido que ya vuelven a ser guapos y en sus mensajes ha regresado la autocomplacencia y la relajación: ¡qué bien lo hacemos, gracias a nuestros aciertos la victoria está a la vuelta de la esquina, gocen, diviértanse, hagan botellón y vayan de vacaciones! ¿Y qué ha ocurrido entre el paisanaje? Pues lo esperado: la generalidad de la gente nos lo hemos tomado con calma y prudencia, pero una parte nada desdeñable de la ciudadanía ha actuado con abusos, laxitud e incluso desenfreno, importándoles un comino las posibles consecuencias para los demás…

Volviendo a los cabr-itos y cabr-ones…

Cabritos son los chavales que, desoyendo cualquier advertencia y consejo, se han ido de viaje “de estudios” a Salou, Mallorca, a… (da lo mismo), con el único objetivo de desmadrarse escapando del control “de mamá y papá”, con el resultado de tan manifiestas y peligrosas consecuencias. Pero la disculpa de esta recua de bobos es la edad. 

A otros no les justifica la edad, y así, el papel de cabrones (con todas las letras) está muy repartido: los “papás” que permitieron ir a sus hijos teniendo en cuenta los tiempos que corren y sabiendo a qué iban -¡algunos todavía disculpan a “sus nenes”!-; los malditos organizadores de las trampas que embaucan a estos imberbes cual a mariposas una luz; y también lo son los vagos e imprevisores (i)responsables del Gobierno de Navarra encargados de prevenir que ocurriera un desaguisado semejante. ¿No se le ocurrió a ninguno de ellos prever lo que la gente normal y corriente intuía que iba a pasar? Si no sirven ni para evitar algo tan previsible, ¿qué carajo pintan en sus cargos?

Que cada palo aguante su vela, que cabritos y cabrones asuman sus respectivas cargas y dejen de una santa vez de complicar la vida a quienes no somos como ellos.