Todos los años cerramos las Fiestas de Santa Ana en la madrugada del 31 de julio, tras el Pobre de Mí, con el “ya falta menos” y los buenos propósitos de que las próximas serán mejores. Después, van pasando los días, los meses, y en cuanto llega junio ya nos empieza a recorrer ese hormigueo característico por el cuerpo ante la perspectiva cada vez más cercana de la llegada de nuevo de Nuestras Fiestas Patronales.
Hay que mejorar el programa, repetimos una y otra vez, sin darnos cuenta de que la base de la programación son los tudelanos y tudelanas a los que, sin tener uso de razón y sin saber dar dos pasos seguidos, nos vestían de blanco con una pañuelo rojo al cuello, al que sujetaban el chupete, y una mini faja roja, y nos paseaban por Tudela metidos en el cochecito aguantando ruidos, música y las incomodidades habituales de ir tras los gigantes como decenas de padres y madres y silletas con bebés dentro. Lo hemos vivido así. Aprendimos a valorar y disfrutar de lo nuestro; costumbres y tradiciones. A querer y admirar a Santa Ana, a correr en los encierros simulados, que en otros tiempos lo fueron con vaquillas de verdad, a dar vueltas al kiosco con la Revoltosa, a sorprendernos con los fuegos artificiales…
"Si inculcamos el respeto a las tradiciones, tendremos las Fiestas que todos conocemos y queremos”
Los tiempos cambian, la sociedad evoluciona, y mientras nos vamos haciendo adultos, llegan otros niños que dejarán de serlo dentro de poco y exigirán otro modelo de fiestas. Cambian las formas de divertirse y hay que evolucionar al ritmo que lo hace la propia sociedad.
Pero las fiestas son lo que son, se centran en lo festivo, lo lúdico y lo religioso. Y eso no se puede eliminar ni cambiar puesto que son los pilares en los que se sustenta la fiesta y de no ser así perdería su esencia.
A partir de ahí se debe invertir en potenciarla desde todos los órdenes. Es destacable el papel de las peñas y colectivos, pero es el Ayuntamiento quien debe llevar las riendas y ofertar un programa lo suficientemente atractivo para atraer a la gente tanto de Tudela como de otras localidades.
Sea como fuere, mientras los padres inculquen a sus hijos el respeto por las tradiciones, la devoción a Santa Ana y el amor a Tudela y lo que ello significa, tendremos las Fiestas que todos conocemos y queremos.