Opinión

La muerte del 'mea culpa'

“¡Sois vosotros los que generáis la violencia!”. El grito sobresalió por encima del rumor de quejidos e interjecciones de la grada. Ocurrió este domingo 2 de abril en el estadio municipal Ciudad de Tudela. Tudelano contra Racing de Ferrol. El personal, muy cabreado porque el trío arbitral no favorecía precisamente al equipo local con sus decisiones. Y ahí surgió la lapidaria sentencia, dirigida a los trencillas, expresamente a ellos. “Sois vosotros, no nosotros”.

Más allá de la innegable calentura que proporciona el contexto futbolístico incluso a los más blandengues ciudadanos corrientes, la afirmación esconde un peligroso componente ético. Sin llegar a generalizar, tampoco es descabellado apreciar que en esta sociedad movida por torrentes de individualidad la autocrítica se está despedazando igual que las termitas acribillan la madera. Quizás, más que de autocrítica, se trata de una cuestión de autoconocimiento. Y el buen autoconocimiento entronca directamente con la implicación que nuestro propio individuo tiene en las acciones colectivas. En las consecuencias entre aquellos con quienes interactuamos. Podemos aspirar a ser intachables y modélicos, pero no nos conviene crear una coraza que nos exima de la responsabilidad en torno a aquello que nos rodea.

La vanidad y el egocentrismo (lo vemos en las redes, con la burbuja de los ‘influencers’, incluso con una nueva red social dedicada a los ‘vip’) suponen un primer paso en la escala de vicios autárquicos con los que convivimos hoy en día. Sorprende que, en el caso concreto del partido de fútbol, ese egocentrismo en forma de autoexculpación alcance la categoría de moral, casi de acto de habla filosófico. Era como una especie de autodefensa ante los hipotéticos reproches que se pudieran desencadenar.

El problema llega cuando, lamentablemente, salta a la vista que ese “sois vosotros” está a la orden del día. En política, “sois vosotros los corruptos, no nosotros”. En los conflictos cívicos, “sois vosotros los que no respetáis, no nosotros los que no transigimos”. En periodismo, "sois vosotros los que manipuláis, no nosotros los que renuncian al análisis crítico". Volviendo a aquella tarde de fútbol, eran ellos, los jueces (porque los árbitros son jueces del juego), quienes hacían tambalearse el alma irascible de los aficionados. Con las sensibilidades tan a flor de piel (veáse el dantesco espectáculo del partido de críos en Baleares), lavarse las manos y abrazar la muerte del ‘mea culpa’ es cuanto menos peligroso.

Mikel Arilla Álvarez

Periodista