Opinión

Se impone el cortoplacismo

Mariano.jpg

El Ejecutivo central del PP ha presentado a bombo y platillo un 'plan de choque' económico con una reforma fiscal que, fiel a su guión, pretende responder a la apuesta electoral de rebajas de impuestos que prometió hasta noviembre de 2011 y hubo de 'saltarse' -a decir suyo- al entrar a gobernar y encontrarse con los 'desaguisados' de Zapatero.

El problema, a simple vistazo de observador, y sin entrar en el análisis de los cambios planteados que, sin duda, obedecen a un esquema de trabajo y gobierno coherentes, es que han dejado a un lado la variable más importante: el déficit público, abogando, una vez más, por un cortoplacismo que impide ver más allá de su perspectiva electoral.

Y este es un mal característico de un país como el nuestro, que lleva 40 años de supuesta armonía democrática y luna de miel económica -por estable-, pero que carece de proyecto alguno, de proyección de futuro, y no responde, en absoluto, a un esquema ni proyecto alguno de país viable a largo plazo.

Y lo más sorprendente, además, es que sea la propia derecha -que acostumbra a arreglar las cuentas-, quien presenta el desastre, -y parece creérselo- como la gran panacea, cuando en realidad seguimos por el camino sin retorno que representa carecer de hoja de ruta y que el Estado gaste muchísimo más que lo que se es capaz de recaudar, dada nuestra limitada capacidad económica.

Con estos mimbres, se echa en falta la altura de miras que la empresa es incapaz de transmitir a la política.