Opinión

Siempre con Bardenas

Si algo resulta recurrente para la izquierda en general y al mundo abertzale, en particular, es la singularidad de nuestra Bardena.

Este espacio indómito; su endemismo; su autogobierno histórico como una de nuestras cendeas montañeras; las características pirenaicas de su gestión asamblearia, -alcanzada, o no perdida, guste o no, gracias a su anterior presidente, José Antonio Gayarre-. Sin duda, ‘pone’ enhiesta la sucia mirada posesiva de estos grupos que tanto gustan de controlar y mangonearlo todo.

Por ello, no es de extrañar que estos días, como ocurre recurrentemente, el manido asunto del Polígono de Tiro que alberga este espacio protegido ha sido llevado al Congreso de los Diputados, haciendo mover ficha a ministros y políticos de uno y otro bando que convierten la circunstancia puntual de su uso militar en absurdo rey del momento. Parecen no querer ver que nuestros compromisos no son con el Ejército español -que también-, que tanto parece dolerles, sino con la OTAN, con toda Europa y con todo nuestro entorno occidental, guste o no, porque no estamos solos en este mar de lágrimas. Razón por la que su aburrida fijación con el tema adolece de carácter y criterio definido real: en el fondo lo que les duele es no mandar ahí. Otra cosa bien distinta es cómo debiera prepararse la Junta de Bardenas para el momento -que llegará- en el que ese maná ingente de dinero deje de cegar su visión de este espacio.