Opinión

Saber estar y dejar hablar

Pasamos 40 años mirando al púlpito, y sólo era válido lo que decía el párroco, lo que mandaba el  alcalde y lo que aconsejaba el médico. Era así aquella España de posguerra y así sigue, mirando al alto.

Europa, tras terminar la II Guerra Mundial, quedó arrasada y muerta de hambre. Fue tal el desencuentro, que la cooperación y la colaboración fueron más necesarias para salir adelante que la profundidad de las diferencias y problemas. En lugar de mirar para arriba y esperar la orden piramidal del faraón, la gente, a pie de calle, tuvo que saber arrimar el hombro para sobrevivir.

Aquí, la soberbia, la inquina y la desconfianza fructificaron cara el sol, esperando que todo viniera dado y así nos va ahora, que somos incapaces de escuchar siquiera al otro, ponernos en su lugar mínimamente.

Las tendencias modernas llaman ‘resiliencia’ a eso mismo... Comprender y escuchar, pero día a día vemos cómo se olvida lo fundamental para ello, que es, al menos, saber estar y dejar hablar a los demás.