Por ello, es de alabar profundamente su labor y su compleja gestión para entender un mercado incomprensible y darnos de comer a unos precios razonables, que ellos no perciben ni de lejos, y que son, sin duda, otra estafa a gestionar y resolver pronto.
Sujetos a imprescindibles controles y limitaciones medioambientales que, sin duda, tendrán que ir a muchísimo más, tienen que alimentarnos de forma eficiente y sana, con todo tipo de trabas y, lo que es peor, intentando plantar cara a unos productos que llegan de todas partes y que se producen sin control, lógica ni rigor alguno, además de subvencionados o injustamente ‘arropados’ o encubiertamente potenciados por empresas transnacionales, que campan a sus anchas e incluso mangonean las nuevas legislaciones a su interés, y que destrozan el esquema de trabajo de un sector, que en España debe ser una de las más potentes industrias, ya que podemos alimentar Europa.
Entretanto, la PAC o Política Agraria Comunitaria, no sabe por dónde se anda. Sólo beneficia a los más ricos, no productores profesionales. No protege realmente el medio ambiente, ni el mercado común europeo, al carecer de criterio y permitirle casi todo al resto del mundo, de modo que se está cuestionando profundamente, a la vez que se están planteando a fondo los beneficios que realmente aporta, generando dudas y conduciendo así la realidad y las necesidades hacia una una agricultura sin subvenciones, que compita de verdad.
Lo dijo el otro día el experto agrícola británico Ngaire Woods, que propone “crear así una oportunidad importante: la posibilidad de construir un sector agrícola más seguro, más verde, más eficiente y más innovador… y sin subvenciones”.