Opinión

¿No es excesivo?

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Decía José Lapuente, uno de los regadores que el ayuntamiento de Tudela tenía en Monte Cierzo, que “mientras viéramos cascos de pan por la calle, y a los perros, ni mirarlo, que todo iba bien”, pero después de los excesos de la recién pasada Navidad, entiendo que bien cabe una reflexión.

Cuando los niños ni hacen caso casi de los dulces que lanzan los Reyes Magos o el Olentzero en sus respectivas cabalgatas, y cuando apenas prestan atención a los múltiples detalles que reciben de uno y otro lado estos días, igual es el momento de repensar qué estamos haciendo con ellos en este ‘sindios’ de opulencia innecesaria que les estamos transmitiendo.

Atrás quedaron -y mejor que sea así- los tiempos en los que un rosco y uña muñeca de trapo o una peonza era todo cuanto podían esperar estos días, pero quizás, lejos de las populosas llamadas a la tradición, fuera mejor así.

Los tiempos que vienen de ‘eficiencia obligada’ y sentido común pondrán de sopetón a estos niños ante la realidad, y acumulando, como acumulan ahora, detalles y juguetes, flaco favor les estamos haciendo...

Mariano N. Lacarra

Director