Opinión

Falta Educación, sobra genio

Estos días se ha sabido que nada menos que 563 profesionales de la educación, la medicina y la policía fueron agredidos física o verbalmente durante el año 2016, sólo en Navarra

Estos días se ha sabido que nada menos que 563 profesionales de la educación, la medicina y la policía fueron agredidos física o verbalmente durante el año 2016, sólo en Navarra. Son datos dados a conocer por Policía Foral, el Departamento de Educación y el Colegio de Médicos, y delatan una violencia
inusitada, que sorprende.

Así, el año pasado se denunciaron 63 agresiones a médicos; 37 a educadores -30 de ellos agredidos por los propios alumnos-; mientras que sólo los agentes de la Policía Foral ya denunciaron agresiones en 463 situaciones, de las que 128 fueron físicas. ¿Es normal este atemperamiento?

Los que saben de estas cosas, dicen que todo esto es fruto del alcohol y otras drogas; y también de que se llega a las manos o a la agresión verbal dada nuestra “baja tolerancia a la frustración y el escaso autocontrol”, pero más bien parece que de lo que carecemos es de Educación y respeto por nosotros mismos y por los demás si caemos tan fácilmente en estas burdas y atontadas reyertas y recriminaciones.

Se puede entender -que no disculpar-, un calentón en un momento de tensión, pero de ahí a elevar la razón al nivel de la agresión, ya va un largísimo trecho.

Somos demasiado gallitos, tenemos mucho mucho genio, -que siempre sobra porque éste sólo debe sacarse en las ocasiones que la vida lo demanda de verdad- y, sin embargo, nos falta mucha humildad y sensatez para respetar a los demás, y más si están trabajando
y prestándonos un servicio, o, simplemente, compartiendo o acompañándonos en un momento dado.

La grandeza humana se mide justamente en la sencillez, serenidad y humildad ante el trato, pero, por desgracia, estos no son valores que se prodiguen en demasía en estos tiempos.

Recuerdo de niño a esos sabios de azadón y alpargata que nos decían que “los cojones, como los dineros, son para las ocasiones”, pero esta reflexión estilo Sancho Panza se está convirtiendo ahora en un quijotesco, “quítate tú para ponerme yo”. Y así, mal vamos, claro.