Opinión

El cardo escocés

Las huestes más serviles ya nos están fustigando. El día 18-S los ciudadanos de Escocia decidirán en referendum vinculante si dejan de formar parte del Reino Unido.

Los hijos de la Gran Bretaña están ahora nerviosos perdidos, porque parece repuntar el sí, lo que les supone un problema, -no moral ni político-, sólo económico, y ya no saben qué hacer ni qué ofrecer para frenar a los súbditos del cardo Estuardo, a quienes con el birlibirloque de la corona han tenido hasta ahora integrados en el chiringuito imperial, realmente rentable para su graciosa

majestad multimillonaria.

Se equivocaron, como con Irlanda y la India, pero esta vez están reaccionando tarde y mal. En lugar de recordar a sus convecinos del norte la calidez de la lumbre que presta la Commonwealth, y el ser hermanos de la sangre norteamericana y líderes punteros en Europa, de nuevo han caído en la trampa de mover la señera para arengar a los tontos tras las virtudes patrias y el manido ‘¡que vienen los vascos!’.

¡Pobres de nosotros, entretanto! Putin sigue campando a sus anchas y la rica Europa se despedaza en su propia babel, sin plantar cara a las transnacionales sin bandera, que realmente nos gobiernan y llevan donde quieren.