Opinión

De mal en peor

Ayer España se dio una mala ducha fría. El país es más moderno y más razonable que lo que pueda parecer y la profundización de la segmentación de la representación que se ha dado en el Congreso de los Diputados tras los comicios generales de este domingo 10 de noviembre así lo reflejan. Pero la realidad del presente y del futuro vistos los resultados, no auguran nada bueno. Es imprescindible que, el gobierno que sea, de uno u otro color, -el que se forme sí o sí-, empiece a tomar decisiones y a dar forma a unos presupuestos generales del Estado de 2020 que afronten la gris situación económica y los retos del Brexit, la Inmigración, el Desempleo, y que nos dejemos de tonterías. ¡Tienen que sentarse a hablar, todos, y ceder y salir del bloqueo actual!

La espectacular subida de la llamada extrema derecha representada por VOX, que junto a nacionalismos periféricos y otros movimientos de diverso corte, color y signo, simboliza la necesidad de cambios profundos en esta España nuestra, deja clarísimo que debemos huir de los dos mantras tristemente clásicos de las dos visiones opuestas e irreconciliables que siempre, históricamente, han frenado el desarrollo de España. Y la estrepitosa caída de Ciudadanos, que representaba un centro que no lo fue ni ejerció del mismo y que deberá cambiar profundamente o desaparecer, ha dejado un panorama político profundamente complejo que, a la vista está, nuestros supuestos líderes son incapaces de resolver.

Pedro Sánchez salió al tablao de la puerta de Ferraz con la desfachatez de pedir a los demás altura de miras para dejar gobernar a la fuerza más votada. ¿Y tú qué has hecho, sino liarla con tu pedante egoísmo? ¿Sin asumir ni un ápice de responsabilidad vas a seguir esperando que sean la menestra de todos los demás los que te salven y resuelvan la situación? Pobres de nosotros, vamos de mal en peor. ¡Que nos disculpe!, pero con semejante planteamiento queda claro que el guapito de cara no tiene altura de miras ni para presidir su Comunidad de Vecinos.

Por otro lado, la esperada dimisión repentina y sobrevenida al fracaso de Albert Rivera se camufló de decisión posterior de la Ejecutiva de hoy, y de un posterior Congreso extraordinario. ¡Que no! ¡Que has destrozado todo el buen camino que hubiera representado un centro equilibrador y has alimentado a unas bestias -por ambos lados- que ahora el sentido común colectivo -que aflora, se intuye, pero sigue sin representación clara-, tendrá que soportar y engullir en varios años, y perderemos en ello, como país, un tiempo precioso en este momento global.

Así, mal vamos. Estamos peor de lo que estábamos. Necesitamos que tanto Pablo Iglesias, como Pablo Casado y Pedro Sánchez piensen más en España y menos en sus trayectorias políticas personales. 

La gente de a pie, en la calle, está harta, y necesita soluciones y avanzar, no que todos y cada uno de ellos -y sus siglas-, y las demás de las formaciones de la macedonia política de las Españas, sólo se miren el ombligo sin resolver nada de nada. Y si hay que cambiar la Constitución, votar si queremos monarquía o república, permitir que Cataluña diga lo que quiere ser… ¡Hágase! Pero por favor no dejen semejante tostada pendiente de resolver para el futuro de nuestros hijos, porque vamos a quedarnos ya, del todo, fuera del nuevo tablero global que representa un planeta que necesita mucho menos que ahora que sólo nos miremos los ombligos propios.