Octubre del 2020, llamada de teléfono y confirmación de la noticia: el sacristán de la Catedral de Tudela ha fallecido.
No puedo evitar un desconsuelo mayor y no llegas a comprender como nos ha podido dejar tan solos a todos los visitantes a la Catedral de Tudela.
Creo que llegó a formar parte del mobiliario ya que siempre que visitas la Catedral su presencia era lo más habitual. Su sonrisa, sus ganas de agradar, de ayudar, de colaborar. En definitiva te facilitaba toda la información de la que disponía con tal de que te fueras contento.
No pudo meter más horas de dedicación casi siempre en segundo término, aunque todos pensábamos que si no llegar a ser por sus desvelos, las puertas de la catedral hubieran estado cerradas para los feligreses y los turistas que acudían con la intención de visitar la catedral.
Lo mismo estaba de madrugada abriendo las puertas para vestir la Virgen que luego procesionaría para el Volatín, que le hacíamos trasnochar las Cofradías durante la Semana Santa para llevar nuestras imágenes.
Es indiscutible que ha sido uno de los grandes pilares de nuestra Catedral Tudelana.
Vaya mi más entrañable recuerdo y solo reprocharte qué solos nos has dejado, ¿a quien le pido yo ahora la llave?
