Opinión

Reflexiones sobre el fútbol base

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Antes de nada, presentarme: me llamo Alberto y soy entrenador del Lourdes Infantil C. No jugamos la champions ni cobramos pastizales. Aquí estamos por amor al arte y encima los chavales pagan por jugar.

Tan sólo llevo 4 años entrenando, siempre en categoría infantil, y lo que he tenido claro es saber a qué entrenador de los que he tenido quería parecerme y a quién no. Fútbol enseño el poco que sé, pero me esfuerzo en inculcar unos valores que formen a los niños como personas. Seamos sinceros, ¿cuántos de ellos van a llegar a Primera? Pocos, casi ninguno; pues entonces esforcémonos en que se diviertan. El tiempo que están en Santa Quiteria no están haciendo el mal por ahí.

Valores como el compañerismo en un deporte donde, aunque es colectivo, se ensalza lo individual y se antepone el marcar un gol a que tu equipo gane el partido. “Has visto, el partido lo hemos ganado por el gol de mi hijo o por las paradas del mío”. No. El partido lo han ganado los 18 chavales que han estado en el campo y que cada uno aporta su granito de arena. De qué sirve esforzarse en trasmitir estos valores de deportividad, juego limpio y compañerismo, si partido a partido ves auténticas barbaridades en los campos de fútbol y todo vale con tal de ganar.

Este año sin ir más lejos, jugándonos acabar primeros, en un partido en casa, el portero del equipo rival se fracturó tibia y peroné. Decidimos dar el partido por finalizado a falta de 10 minutos y ellos sin portero, sin cambios y con 10. El C.D. Lourdes dio una lección de deportividad. Y, ¿cómo nos lo pagaron? Pitando el partido de vuelta de manera lamentable, provocando el propio árbitro a los chavales y eliminándonos de jugar la segunda fase como campeones de grupo. Ni qué decir tiene que el árbitro era el padre de un chico de ellos. Lo triste es ver a 18 chavales ese día en el vestuario preguntarte: Alberto, ¿de qué sirvió dejarnos empatar en Tudela? Pues la verdad que la respuesta es difícil. Pero es lo que les dije, vosotros actuar como os gustaría que actuaran con vosotros.

Pero la última ha sido este pasado fin de semana, donde en un partido sin trascendencia, el entrenador rival gritó a un jugador suyo que le hiciese falta a un chaval de mi equipo. Resultado: entrada alevosa por detrás, con desplazamiento de la rótula, escayolado de la ingle hasta el tobillo, una hora esperando la ambulancia tirado en el suelo y el chaval diciendo adiós posiblemente a la temporada, donde no podrá hacer lo que más le gusta en el mundo que es jugar a fútbol. Doy por hecho que el chaval no fue a lesionarle, pero entrando así podía ocurrir lo que pasó. Resultado: el chaval que hizo la entrada llorando, medio equipo mío llorando y los suplentes diciéndome que no querían jugar.

¿Qué valores estamos trasmitiendo? Cuando yo nunca pido que hagan falta, si no todo lo contrario, siempre les digo: ¡¡¡sin falta!!!. Y si hay falta, que se disculpen. Supongo que yo también tendré mis fallos, seguro, pero si que digo que si un día se me ocurre decirle a un niño de 13 años que haga falta a otro, ese será el último día que ejerza de entrenador. Eso sí, mientras me dure la ilusión seguiré intentando enseñar valores a los chavales que me toque entrenar; ya que de lo que más orgulloso me siento, es del cariño diario que recibo de quienes fueron entrenados por mí en temporadas anteriores, por lo que entiendo que hay lugar para la esperanza de que algo estaremos haciendo también bien.

Yo por mi parte, con mis aciertos y mis errores seguiré igual. Reflexionad.

Alberto Sesma

Entrenador de fútbol del CD Lourdes Infantil C