Opinión

Oscurantismo difuso y oportunidades históricas perdidas

(Texto fechado el 22 de julio de 2023)

Este escrito presenta de forma resumida algunas reflexiones sobre varios temas que me acompañan desde hace años y que he desarrollado de manera más extensa en otras ocasiones, también en el marco del proyecto Verdad y Libertad en Europa, surgido durante la Pandemia.

Lo que se pretende es intentar llamar la atención sobre algunas cuestiones importantes, en las que normalmente los medios de comunicación no profundizan demasiado, con el fin de fomentar la reflexión serena, osea la meditación, sobre dichas cuestiones. Se dirige principalmente a personas de actitud positiva y mente abierta, sin intentar convencer a nadie de nada y mucho menos provocar y/o alimentar controversias ideológicas estériles e innecesarias.

Me ha parecido un momento adecuado para plantearlo, coincidiendo con la campaña electoral, ya que en teoría debería ser un periodo para la reflexión, más allá de contemplar las diversas ofertas electorales, que con el paso de los años son campañas de marketing cada vez más sofisticadas, basadas en tacticismos y cálculos electoralistas, en las que no aparecen de forma explicita las actitudes e ideologías que los partidos esconden en el fondo, o lo hacen de manera muy edulcorada. Antes de comenzar la campaña, me pareció muy claro que lo más significativo de la misma no iba a ser los partidos presentes en la misma, y sus respectivos discursos, sino precisamente el partido que faltaría en ella, junto con los motivos de fondo que habían provocado su ausencia y las consecuencias que tendría la misma a corto y medio plazo, algo que retomaré luego con más detalle. Después de leer con atención la propaganda electoral recibida y de escuchar en televisión a los candidatos de los principales partidos se confirma mi intuición inicial al respecto.

El título del artículo hace referencia al tipo de oscurantismo que prevalece en el mundo occidental desde hace años, que he denominado, por diversas razones, como difuso y que en muchas ocasiones pasa desapercibido para muchísima gente pero cuya existencia influye de diversas maneras, y en diferente grado, en la vida económica, política y cultural de la mayoría de los países, incluido España, donde existen además oscurantismos autóctonos. En ese marco, el título hace referencia también a las oportunidades históricas perdidas en la política española, en especial la última de ellas, para la regeneración y el desarrollo equilibrado de la misma y del sistema democrático.

Antes de continuar hay que apuntar, aunque solo sea de manera esquemática, algunos elementos importantes que han contribuido a generar muchos de los problemas más graves con los que nos hemos encontrado en las últimas décadas, y que han alimentado de alguna manera a ese algo nebuloso al que me estoy refiriendo como oscurantismo difuso, que lógicamente no surge de la nada, sino de un cúmulo de factores que se entremezclan entre sí. Entre esos factores hay que mencionar el materialismo, el positivismo, el cientificismo, el relativismo, el neoliberalismo economicista, el sectarismo ideológico, la credulidad, el mal uso y abuso de las tecnologías, etc. Estos y otros factores, en combinaciones variables, han provocado también una creciente alienación humana, a nivel individual y social, que provoca problemas de tipo existencial, y se retroalimenta con ellos, lo que se refleja también en el aumento de casos de problemas psicológicos.

Las raíces de muchos de los problemas actuales hay que buscarlas en problemas sin resolver que arrastramos del pasado, que no han sido todavía bien comprendidos, a los que se van añadiendo otros que han ido apareciendo después, haciendo que la situación sea cada vez más compleja y difícil de comprender y manejar. Las análisis parciales y simplistas de la situación general y la búsqueda de culpables, reales o imaginarios, han dado lugar a respuestas reaccionarias, en forma de movimientos anti-sistema, teorías sobre conspiraciones, partidos políticos populistas, etc.

Aunque normalmente solo se habla de crisis cuando estas son de tipo económico, como las que hemos padecido en los últimos 15 años, la verdad es que estamos viviendo otros tipos de crisis desde hace más tiempo y de las que se habla poco o nada, a pesar de que numerosas personas pertenecientes a diferentes ámbitos y disciplinas (filosofía, política, economía, religión, arte, psicología, sociología, ecología, etc) nos han estado alertando desde hace décadas de los peligros de seguir determinados caminos, existiendo como prueba de ello miles de libros y artículos interesantes al respecto. Por desgracia la influencia del pensamiento de estas personas no ha sido suficiente a nivel global para corregir el rumbo adoptado y poder evitar, o al menos minimizar, muchos de los problemas graves con los que nos hemos ido encontrando a causa de ello.

En relación con lo anterior, se puede apreciar desde hace bastante tiempo que vivimos en muchos países occidentales, incluido España, un proceso de involución cultural y degradación democrática, todo ello acompañado del fuerte influjo de la denominada posverdad. La posverdad no significa necesariamente que prevalezca la mentira, o que se mienta conscientemente, sino más bien la falta de interés real por la verdad cayendo en un pensamiento relativista y superficial en el que se mezclan verdades con medio-verdades y con falsedades según el interés del momento, sin el más mínimo rubor ni escrúpulo, principalmente por falta de discernimiento. Pedro Sánchez es uno de los máximos exponentes de este cinismo liquido, tal como se ha podido ver en los últimos años y como ha quedado reflejado en las hemerotecas. Hay también ocasiones en las que se usan estrategias parecidas a nivel más global y de manera consciente para tratar de manipular y/o desinformar a la opinión pública entrando en el terreno del oscurantismo difuso, en el que acaban participando, de manera consciente o inconsciente, numerosos dirigentes y medios de comunicación.

El habituarse a este tipo de información vuelve a las personas insensibles a la verdad, se va perdiendo el sentido interno hacia la misma, y las hace más manipulables, e incluso puede provocar una perdida de la sensibilidad moral, lo que Zygmut Bauman denominaba como ceguera moral.

Un factor determinante en este proceso es también el de la Cultura. La causa principal del proceso de involución cultural mencionado hay que buscarla especialmente en el ámbito de la educación, desde la infantil a la universitaria, donde predominan los sistemas educativos más adaptados a criterios ideológicos que humanistas y se favorece un tipo de pensamiento positivista, osea parcial y superficial con serias carencias epistemológicas, con el perjuicio que eso ocasiona en los alumnos de cara a su formación como personas. La parte del profesorado que consigue realizar una buena labor ayuda a contrarrestar las carencias y efectos nocivos de los sistemas educativos instaurados pero tienen que luchar muchas veces contra las limitaciones e imposiciones de los mismos.

Retomando el término oscurantismo difuso, lo he denominado así por la gran dificultad que existe para apreciar con claridad tanto su origen como muchas de sus características debido a su amplitud y complejidad. El poder de influencia de este tipo de oscurantismo depende del grado de madurez individual y social, incluyendo el nivel cultural y la mayor o menor influencia de la verdad. Al hilo de todo esto, es interesante mencionar el planteamiento que hacía Peter Sloterdijk en un artículo publicado en Diciembre de 2018 bajo el título “¿Donde están los amigos de la verdad?”, en el que después de analizar los tipos de cinismo que, según él, predominaban en el mundo occidental, el cinismo de arriba y el de abajo, concluía dejando en el aire la posibilidad de que las democracias occidentales viviesen un segundo respiro o se viesen arrastradas por una ola de oscurantismo cínico, dependiendo del papel que jugasen los “amigos de la verdad”. Si observamos lo que ha estado ocurriendo desde entonces, con la Pandemia de por medio, parece que los amigos de la verdad que han intentado oponerse a las medio-verdades y falsedades de algunos discursos oficiales, que pretendían ser los únicos válidos sin aceptar críticas, no han salido en general bien parados.

Entonces quedaría en el aire la pregunta de si Occidente se ha visto arrastrado por una ola de oscurantismo cínico. No es posible responder con un simple Si o No, pero en cualquier caso parece evidente que en los últimos años hay una importante presencia de un tipo de oscurantismo que ha mutado a partir de otros tipos de oscurantismo anteriores e incluye también otros elementos más difíciles de detectar y caracterizar adoptando un carácter más amplío, complejo y difuso.

Esa aparente invisibilidad hace que pase más desapercibido, pero su existencia es evidente, de manera especial en los momentos puntuales en los que se manifiesta con mayor intensidad. A pesar de la dificultad, el no prestar atención a su existencia encierra un gran peligro ya que es mucho más fácil dejarse arrastrar por sus movimientos que en muchas ocasiones parecen ser casuales.

Como ejemplos concretos y conocidos de oscurantismo político-mediático-económico y de la facilidad para manipular a importantes sectores de la población se pueden mencionar los casos del referendum del Brexit en el Reino Unido en Junio de 2016, las elecciones de EE.UU. que ganó Donald Trump en Noviembre de 2016, la gestión de la Pandemia a nivel político y mediático llevada a cabo de una manera muy custionable desde mediados de 2020 hasta comienzos de 2022 y la información en torno a la Guerra de Ucrania en 2022 y 2023.

No estoy hablando de conspiraciones sino de la manipulación interesada a través de discursos basados muchas veces en medio-verdades e incluso en falsedades que se intentan imponer como la única verdad y se intenta castigar, de maneras diversas, a todos los que se atreven a criticar dicho discurso único, lo que en realidad es, independientemente de quien la realice, una táctica totalitaria. Estás prácticas oscurantistas no son nuevas, y algunas han sido habituales en momentos de crisis o conflictos importantes, pero en los últimos años han ido adquiriendo un grado de sofisticación desconocida llegando a su máxima intensidad durante una gran parte del periodo de la Pandemia, cuando se cometieron abusos inadmisibles en cualquier país y mucho más en los países occidentales supuestamente desarrollados, lo que representa una mancha negra en la historia de la civilización y cultura occidentales. Ya he tratado del asunto ampliamente en el contexto del proyecto Verdad y Libertad en Europa, por lo que no me voy a extender aquí, aunque si que veo necesario mencionar varios de los abusos más graves cometidos ya que representan un muy peligroso precedente y son una muestra de la facilidad con la que se puede manipular a una gran parte de la opinión pública.

  • La pronta implantación de un discurso único, desde Mayo-Junio de 2020, basado en parte en medio verdades y falsedades, que se presentaba como la única Verdad basada, supuestamente, en la Ciencia, siendo en la mayoría de los casos meros supuestos interesados de carácter cientificista.
  • La demonización pública, con información parcial y distorsionada, de los que se atrevían a discrepar públicamente, calificándolos de radicales, conspiracionistas, anti-vacunas, etc. Y aunque había individuos y grupos radicales, en realidad la mayoría no lo era y había personas de todo tipo, incluyendo también filósofos, políticos, artistas, científicos, sanitarios, deportistas, abogados, etc.
  • Se forzó una vacunación masiva que era innecesaria por varios motivos que se trataron de ocultar. Y aunque en teoría la vacunación no era obligatoria, se creó un clima de desconfianza hacia las personas que libremente decidieron no vacunarse, lo que en ocasiones llegó al señalamiento y la discriminación. Se adoptaron medidas, en el fondo de coacción, muy cuestionables al respecto, que ni siquiera se basaban en criterios científicos objetivos aunque se usase un discurso cientificista para intentar aparentarlo. En los casos más graves, incluyendo los intentos de imponer una vacunación obligatoria, se llegó incluso a adoptar medidas totalitarias contra los no vacunados, como fueron ciertas restricciones que afectaban a la libertad individual e incluso a los derechos fundamentales. En este punto hay que recordar que el Sr. Feijóo quiso imponer la vacunación obligatoria en Galicia.
  • Algunos gobernantes llegaron a extremos todavía más graves al jugar irresponsablemente con las medidas adoptadas contra los no vacunados por puro y simple interés partidista y/o electoral, como el gobierno de Australia en el caso Djokovic, algunos gobiernos europeos, como en Alemania, que dudaron en imponer la vacunación obligatoria o no en función del posible impacto a nivel electoral, y el presidente francés, un supuesto liberal, que se atrevió a decir públicamente, sin ningún rubor, cosas muy graves contra los no vacunados y su intención de ponerles las cosas más difíciles.

Todo esto, y muchas cosas más relacionadas, no son meras especulaciones ni fantasías, sino casos concretos que están bien documentados a través de publicaciones en medios de comunicación de diferentes países y en documentos oficiales de la UE, de varios gobiernos y de la OMS.

Retomando lo anterior, junto con el oscurantismo difuso comentado, generalmente de carácter más global, hay que tener en cuenta la existencia de uno de tipo más particular, que se podría denominar como oscurantismo difuso autóctono, que en el caso de España es principalmente el establecido en torno al sistema (político-mediático-económico) bipartidista consolidado desde los años 80s, en el que se encuentra atascado todavía la política española, como comentaré después con más detalle. La existencia de este oscurantismo difuso autóctono pasa también muchas veces desapercibida pero en momentos puntuales tiene manifestaciones intensas para intentar influir y/o manipular a la opinión pública, como suele ocurrir al acercarse las elecciones, y tratar de desacreditar a personas y/ o partidos políticos que en algún momento pueden resultar molestos, o incluso peligrosos, para el sistema establecido, como ha sido el caso en los últimos años cuando se ha tratado de desacreditar y erosionar, de forma tan intensa como irresponsable, al partido Ciudadanos, echando por tierra así una gran oportunidad para la regeneración de la política española y el desarrollo equilibrado del sistema democrático español, siendo por tanto responsables los poderes que manejaron los hilos, sean quienes sean, de la situación política actual, mucho más polarizada y populista que hace unos pocos años. El motivo de la feroz campaña contra este partido, aunque se intentase distraer la atención con información parcial y distorsionada fue simplemente no ceder ante los intentos de manipulación e intentar hacer lo correcto, pesase a quien pesase, manteniendo su independencia. Los viejos partidos, que forman parte del entramado político-mediático-económico mencionado, tuvieron un papel determinante en este desafortunado proceso, como luego comentaré también.

Lo más grave del asunto, es que no es la primera vez que ocurre, ya que a finales de los 80s se le hizo lo mismo, con los medios de aquella época, al CDS de Adolfo Suarez, un partido también liberal-progresista durante la mayor parte de su existencia, del que Cs es el heredero natural.

Lo primero que hay que decir sobre Ciudadanos es que todavía es un partido incomprendido por la mayor parte de la población, por los políticos y por los medios de comunicación, a pesar del esfuerzo realizado por el partido por hacerse entender. Lo mucho que se ha dicho y escrito sobre el mismo, ha sido casi siempre de manera superficial y distorsionada, por simple ignorancia o por intereses ocultos. Sorprendentemente, hasta fechas recientes, durante la última campaña electoral para las elecciones municipales y autonómicas, algunos periodistas y/o tertulianos seguían afirmando alegremente cosas sobre Cs que no dejaban de ser especulaciones superficiales, más o menos interesadas, que no eran representativas para nada del carácter y naturaleza de este partido, lo que por desgracia tiene su influencia también en la opinión pública y el electorado.

Por poner un poco de luz para las personas realmente interesadas: Cs no es un partido nuevo, se creó en Barcelona en 2006, aunque sus raíces se encuentran en un partido constituido legalmente con un nombre similar a principios de 1997, en un momento en el que ante los problemas que ya mostraba entonces el sistema democrático español se empezaban a formar grupos en los que se trataba de fomentar la reflexión y la participación responsable de los ciudadanos en dicho sistema. Cs nació con una vocación nacional y europea y se presentó ya a las elecciones generales en 2008, cuando todavía era muy poco conocido fuera de Cataluña. Su implantación a nivel nacional se retrasó unos años por las maquinaciones de Rosa Díez, quien se aprovechó del impulso inicial de Cs, y de algunas de sus ideas y simpatizantes, para implantar su partido UPyD intentando eclipsar a Cs, una fea jugada que provocó que UPyD sustituyese provisionalmente a Cs en la labor que tenía que hacer, pero sin estar a la altura de dicha labor. Arrastraba Díez el defecto de su antiguo partido (PSOE) de intentar salirse con la suya a cualquier precio sin medir las consecuencias de sus actos. En el proceso de maduración de Cs, el partido se asentó pronto en el liberalismo-progresista, una importante corriente contemporánea del liberalismo occidental, que desgraciadamente sigue siendo incomprensible para la mayoría, a pesar de estar presente en España desde hace varias décadas. Ciudadanos es el representante en España del grupo liberal europeo Renew Europe, anteriormente denominado ALDE, donde ingresó en el año 2016, diferenciándose claramente de las ideas liberales de algunos miembros de partidos conservadores, más vinculadas con el liberalismo de otros siglos.

El liberalismo progresista no es una simple etiqueta oportunista y/o superficial sino que es un tipo de liberalismo actualizado a las necesidades de los tiempos y por tanto necesario para el buen funcionamiento de las democracias liberales occidentales. Está vinculado históricamente con el origen del Estado del Bienestar, de inspiración liberal, aunque con el paso del tiempo este se haya ido convirtiendo en otra cosa más “terrenal” en manos de otras tendencias políticas que de paso han tratado de atribuirse el mérito. Cuando esta corriente política queda eclipsada por algún motivo, el sistema democrático se resiente tarde o temprano. En España es generalmente caricaturizado por las derechas y las izquierdas, según su limitada e interesada forma de ver las cosas, como si fuese una socialdemocracia superficial o un peligroso neoliberalismo economicista, cuando en realidad combina lo mejor de la socialdemocracia avanzada y del liberalismo maduro y responsable.

Como decía antes, el liberalismo progresista ha estado presente en España desde hace bastante tiempo, primero en alguno de los partidos liberales existentes en los años 70s que se integraron en el primer gobierno democrático, el de la UCD, y en los años 80s en varios partidos importantes que por desgracia no tuvieron mucho apoyo, principalmente por desconocimiento y por el rápido establecimiento del bipartidismo provocando una nueva polarización de las tendencias políticas.

En los años 80s se perdieron buenas oportunidades para terminar de modernizar el país, y evitar la polarización y la corrupción, con los partidos liberales de Antonio Garrigues Walker (Partido Demócrata Liberal), que formó una interesante y prometedora alianza liberal-reformista con Miquel Roca (PRD), y el mencionado CDS de Suarez que contó con personas valiosas provenientes de otros partidos, incluyendo algunos partidos liberales minoritarios. Al no recibir apoyos suficientes para haber podido gobernar, estos partidos podrían haber adoptado al menos el papel de partidos bisagra, cosa que intentó el CDS a finales de los 80s al subir en votos y contra lo que se revolvieron rápidamente la izquierda primero y después de manera más intensa la derecha, con la ayuda de sus respectivas maquinarias mediáticas, que no toleraban que el CDS no pactase todo con ellos y que en alguna ocasión pudiese pactar con el otro partido, prácticamente el mismo comportamiento sectario, reaccionario e irresponsable que tuvieron con Ciudadanos varias décadas después.

Mientras Adolfo Suárez estaba muy bien valorado en otros países y ocupaba el puesto de presidente de la Internacional Liberal y Progresista, aquí la izquierda y la derecha le hacían la vida imposible. Aquel tremendo error histórico, aunque les reportarse réditos electorales a los viejos partidos supuso un precio muy alto para la política española. De haber podido influir o participar en Gobiernos, el CDS habría evitado muchos casos de corrupción de los grandes partidos, controlado la creación de chiringuitos innecesarios, limitado la excesiva influencia en la política nacional de los partidos nacionalistas que se aprovecharon de las urgencias por llegar al poder o mantenerlo de los grandes partidos. Además bajo su influencia se hubiese podido reformar la Ley electoral que ya entonces era criticada por obsoleta y problemática, pero que los viejos partidos han conseguido mantener hasta ahora por puro interés partidista sin calibrar el daño que se ha estado haciendo a la política nacional. La mayoría de votantes no pudieron reconocer entonces lo que estaba ocurriendo realmente y los perjuicios que se estaba ocasionando a la política española a corto, medio y largo plazo. Igual que ha ocurrido en los últimos años en el caso de Ciudadanos. La carencia de un centro político estable la intentaron cubrir en ocasiones los viejos partidos, que la habían provocado, la mayoría de las veces por puro interés electoral, tratando de moverse algo hacia el centro (socio-liberalismo en el PSOE y liberalismo conservador en el PP), pero al ser en realidad tendencias minoritarias provocaba tensiones ideológicas en su seno, así como con otros partidos más o menos afines.

Con lo anterior en mente, se puede afirmar que la democracia española está atascada en un sistema (político-mediático-económico) bipartidista desde los años 80s y no parece que vaya a poder salir de él por los intereses que lo mantienen y por la decrépita Ley electoral que impide un gran cambio y favorece a los viejos partidos, aunque al precio de condenar generalmente al partido gobernante a subordinarse a partidos regionalistas minoritarios que están sobrerrepresentados a costa de otros partidos que reciben muchos más votos a nivel nacional, como fue el caso durante muchos años de Izquierda Unida y el CDS, y el de Ciudadanos más recientemente. Esto que se asume con bastante naturalidad por la mayoría y con total resignación por los afectados es un despropósito total.

En los últimos años, los dos grandes partidos han tenido una gran oportunidad para dar un paso hacia adelante, con la ayuda de Cs, y en algunos momentos lo han intentado tímidamente, más forzados por las circunstancias y pensando en su propio interés que por convicción propia, pero han cedido finalmente a la inercia y al conformismo dando un paso, o varios, hacia atrás para volver a su zona de confort. Y eso a pesar de que Cs intentó durante mucho tiempo que el PSOE y el PP empezasen a dialogar entre ellos, cosa que no quisieron hacer, que dejasen de pactar con partidos nacionalistas y que no pactasen con partidos populistas, intentando de esa manera introducir un factor corrector en la política española, que respondía a una necesidad histórica, aunque muchos lo considerasen únicamente como un simple interés partidista y oportunista por parte de Ciudadanos.

Al hilo de esto, ya que nadie parece acordarse del buen trabajo realizado por Cs durante varios años, me parece justo y necesario recordar, aunque sea de manera muy breve, una parte de esa gran labor. Ciudadanos ha hecho mejores todos los gobiernos donde ha participado o influido aunque su acción ha estado generalmente limitada por la falta de apoyo electoral y la actitud de los viejos partidos.

Cs intentó inicialmente formar un gobierno progresista con el PSOE de Sánchez, antes de su deriva Sanchista, que hubiese sido un buen gobierno pero que desgraciadamente no se pudo concretar. Después llegó a un acuerdo de investidura con el PP de Rajoy para que pudiese gobernar en minoría, aunque sin entrar en el gobierno como quería el PP, en un primer intento de fagotizar a Cs y de poder eludir el cumplimiento de todos los compromisos firmados, pero Cs se mantuvo firme.

Cs propuso al PSOE primero y al PP después una reforma de la Ley Electoral, algo fundamental para normalizar la política española. Ante la negativa de los dos grandes partidos, Cs propuso después establecer un umbral de voto del 3% nacional para que los partidos regionalistas pudieran optar al Congreso, lo que habría logrado equilibrar la política nacional, pero fue rechazado también. Cs también propuso un pacto nacional por la educación para acabar con las manipulaciones de los sistemas educativos. En un debate electoral televisado Rivera instó a los otros candidatos (PP, PSOE y Podemos) a reunirse para llegar a un acuerdo transversal y la respuesta fue un silencio sepulcral. Cs es también el partido que más ha hecho por los autónomos, de los que solo se acuerdan los grandes partidos en las campañas electorales pero a los que generalmente han maltratado.

Cs también ha realizado otras muchas propuestas en el Congreso para mejorar diversos ámbitos de la legislación española, muchas de las cuales han sido ignoradas o deliberadamente silenciadas, aunque los grandes partidos se han apropiado algunas de ellas ocasionalmente, sobre todo en las campañas, haciéndolas pasar por propias, aunque sin el espíritu original que las animaba.

Otra importante logro que hay que reconocerle a Cs es la de haber detectado a tiempo el peligro que suponía el Sanchismo, aunque sus avisos no fueron tomados lo suficientemente en serio para evitar lo ocurrido en los años siguientes. Albert Rivera fue el primero en calar a Sánchez y tratar de desenmascararlo, ya en el año 2018, cosa que hizo aunque el oscurantismo político-mediático promovido por parte del Sanchismo, apoyándose en los medios disponibles desde el gobierno de España, consiguió hacer prevalecer sus intereses en la opinión pública y el electorado a costa de erosionar a Cs, con medio-verdades y falsedades, y de la buena salud de la política española.

El sanchismo, que ha resultado se un término muy acertado, tiene muy poco de socialdemocracia avanzada y responsable y mucho de pseudoprogresismo sectario, reaccionario y populista.

Con esto no quiero decir que haya que abrazar ciegamente a los anti-sanchistas actuales. Habría que valorar con mucha más calma cual puede ser la mejor forma de salir del sanchismo cuando surja la oportunidad, aunque es probable que cuando llegue ese momento prevalezcan intereses partidistas.

En definitiva, Ciudadanos ha demostrado ser el verdadero voto útil en estos años, nada que ver con los usos electoralistas de esa expresión, ya que ha sido capaz de hacer muchísimo más con muchos menos medios económicos y una menor representación parlamentaria que otros muchos partidos.

Todo esto no quiere decir que Cs no haya cometido errores, que en muchos casos no son los que les atribuyen algunas personas y medios de forma interesada, pero es el único partido que ha realizado autocrítica de manera pública en varias ocasiones y ha llegado a pedir perdón a la ciudadanía.

Hay que recordar también finalmente que el proyecto de Cs ilusionó a importantes personas de fuera de la política que decidieron incorporarse a la misma y otras que vivían atascadas en los viejos partidos, lo que propició que los abandonasen libremente, sin presiones ni promesas de ningún tipo, como fue el caso por ejemplo del tristemente desaparecido Joan Mesquida (PSOE) o de Ángel Garrido (PP) que había sido en el pasado miembro del CDS de Suarez antes mencionado.

Todo esto no tiene nada que ver, y contrasta fuertemente, con las tácticas mafiosas que usaron los viejos partidos contra Cs, incitando a personas a abandonar el partido para criticarlo después públicamente o en el caso del PP que consiguió que algunos cargos de Cs pasasen a sus filas, mediante presiones y a cambio de promesas de cargos. Unas tácticas censurables que curiosamente no se han investigado apenas aunque se le ha dedicado mucho tiempo al asunto en los medios como una forma más de erosionar la imagen pública del partido y tratar de desacreditarlo.

Llegados a este punto, se podría hablar más ampliamente sobre el maltrato, político y mediático, al que ha sido sometido Ciudadanos en los últimos años, lo que daría para un libro bastante extenso. Podría parecer que estoy exagerando pero la lista de atropellos cometidos contra Cs por parte de los grandes partidos y medios afines, es mucho más extensa de lo que se podría pensar inicialmente.

Se pueden recordar algunos episodios sueltos, generalmente distorsionados por los medios, pero cuando se juntan todos esos episodios, contrastando su veracidad, y yo he intentado hacerlo durante años mientras los contemplaba casi todos en tiempo real, el conjunto resulta impactante y muestra unos comportamientos indignos y deshonestos, impropios de partidos políticos democráticos y de medios de comunicación supuestamente serios, que colaboraron consciente o inconscientemente.

Los grandes partidos mostraron a Cs su cara amable cuando les interesó hacerlo pero finalmente, repitiendo errores pasados, conspiraron, cada uno a su manera e incluso de manera conjunta, para intentar acabar con este partido, sin tener nunca en cuenta el perjuicio para la política española.

Fue Sánchez el que empezó las hostilidades. Hay que recordar aquella frase, acompañada de una mirada llena de resentimiento, a Rivera “te vas a enterar”, no tanto por las duras críticas de Rivera al Sanchismo, sino por haberse atrevido a sacar a colación la tesis doctoral del “Dr. Sánchez”. A Sánchez se le cayó la careta de su habitual buenismo mediático y trató de desacreditar y destruir mediáticamente a Rivera y Cs, para lo que recurrió a todos los mecanismos que tenía a su alcance. Una muestra clara del oscurantismo difuso autóctono, que antes mencionaba, en plena acción.

Una de las maquinaciones más graves del Sanchismo fue la de tratar de asociar a Cs con Vox, usando medio-verdades y falsedades, que por desgracia muchos aceptaron de manera crédula.
Ese movimiento irresponsable muestra de manera clara como los viejos partidos son capaces de cualquier cosa por llegar al poder o mantenerse en el sin medir las consecuencias de sus actos.

La famosa foto de Colón, de las supuestas tres derechas, que usó el gobierno para empezar a polarizar la política española según su propio interés, era solo una foto sacada fuera de contexto y cuya interpretación se basaba en una mentira. Aquella manifestación, en Febrero de 2019, la organizarón en realidad el PP y Cs simplemente para protestar contra el Gobierno de Sánchez, y Vox se autoinvitó después, aunque se vendió como una especie de alianza entre los tres partidos, cosa que en realidad nunca ocurrió. Tampoco es cierto que Cs pactase con Vox para la formación de los gobiernos autonómicos de Andalucia y Madrid, en las que solo negoció y acordó con el PP. Aunque se insinuase o afirmase lo contrario repetidamente en algunos medios de comunicación, la realidad es que Cs trató por todos los medios que Vox no participase de aquellos gobiernos.

No contento con esto, Sánchez llevaría después sus maquinaciones al plano internacional, donde hay que recordar el triste comportamiento del Sr. Macron, un supuesto liberal, haciéndole el juego a Sánchez en Verano de 2019 para intentar hacer quedar mal a Rivera también desde Europa.

La consecuencia directa de aquella campaña de asociar a Cs con Vox, fue que las representantes de Cs fueran acosadas e intimidadas, lo que es también una forma de violencia contra las mujeres, en la manifestación de Madrid el día de la mujer por algunos sectores radicales de la misma.

Poco después, el ministro Grande-Marlaska provocó con sus declaraciones previas a la Manifestación del Orgullo celebrada en Madrid en Julio de 2019, que los representantes de Cs fuesen nuevamente acosados e intimidados en dicha manifestación. Y para eludir su responsabilidad consiguió que “misteriosamente” el informe policial, que apareció sin firmar, no recogiese los datos relativos a los incidentes ocurridos y ante los cuales Ciudadanos tuvo que presentar una denuncia.

Este tipo de ostigamiento contra Cs continuó en otras ocasiones y es también una muestra de las tácticas totalitarias de algunas personas y algunos partidos, que desde su sectarismo ideológico tratan de imponer sus ideas, aunque no representen más que a una pequeña parte de la sociedad.

El hablar en nombre de todas las mujeres y de todos los homosexuales y censurar, e incluso atacar, a todas las personas que no caben dentro de esos estrechos y rígidos esquemas sectarios, es una actitud totalitaria, más grave todavía cuando se fomenta dicha actitud desde el gobierno del país.

A pesar de todas las maquinaciones en contra de Cs, el partido tuvo un muy buen resultado en las elecciones de Abril de 2019 y estuvo a punto de superar al PP, al que metió el miedo en el cuerpo. El resultado fue una situación de bloqueo a pesar de que la suma del PSOE y Cs daba para formar un gobierno. Sorprendentemente, Sánchez se reunió con Casado para dejar claro que el PP era el principal partido de la oposición, tratando de eclipsar a Rivera que ejercía en realidad como tal. Parece que ambos líderes temían a Rivera al ver peligrar sus intereses y habituales privilegios. Sánchez había dicho que su socio preferente para la formación de gobierno era Podemos y aunque no lo decía explícitamente, no quería pactar con Cs, pero trató por todos los medios de que toda la culpa recayese en Rivera. En este punto Rivera recibió numerosas presiones a nivel político, mediático y económico para que se abriese a gobernar con Sánchez, aunque se negó convencido de que Sánchez pactaría finalmente con Podemos, pero Sánchez estaba forzando las cosas para intentar gobernar en solitario y ante la imposibilidad de hacerlo preparaba unas nuevas elecciones para intentar quitarse de en medio a Cs y a Podemos. En el último momento, cuando Rivera descubríó la jugada que preparaba Sánchez le propuso un acuerdo para que pudiese gobernar en solitario con Cs controlando el gobierno desde fuera, pero Sánchez no quiso renunciar a sus propios planes y forzó unas nuevas elecciones para Noviembre de 2019 aunque la jugada no le salió y finalmente tuvo que pactar con Podemos, y después con varios partidos más al no sumar lo suficiente, para formar gobierno y lo hizo en menos de 24 horas cuando se había negado a hacerlo antes durante meses.

Es algo muy raro que de aquel triste y trágico episodio se le han pedido explicaciones a Rivera en muchas ocasiones, y las ha dado con pelos y señales, e incluso escribió un libro sobre ello, mientras que a Sánchez, cuyo comportamiento y decisiones han tenido muy graves consecuencias para la política española, nunca le ha pedido nadie cuentas por sus actos de ese periodo.

Habría mucho que hablar también del feo comportamiento del PP con Cs, que desde el primer momento usó sus habituales tácticas, ya las había usado desde los años 80 con otros partidos, de presión y desgaste mediático para intentar fagotizar a Cs sin tener presente que Cs es un partido liberal-progresista y el PP un partido principalmente conservador que incluye una pequeña parte liberal-conservadora. El que algunos miembros de Cs hayan sucumbido cándidamente ante las estrategias desestabilizadoras del PP, no significa de ningún modo que el partido ni sus votantes sean afines al PP, aunque puedan de estar de acuerdo con ese partido en algunas cosas concretas.

El PP le mostró en muchas ocasiones su cara amable a Cs, por interés principalmente, pero con el paso del tiempo, especialmente durante el periodo de Casado, fue aflorando su reverso tenebroso, lo que llevó en última instancia a la disolución unilateral de varios gobiernos autonómicos por puro interés electoral sin pensar en las consecuencias que tendría más allá de dicho interés.

Entre los numerosos casos que se podrían mencionar, los más graves fueron probablemente los ocurridos en Murcia y en Madrid. En Murcia, Cs siempre tuvo problemas para acordar con el PP ante su constante falta de transparencia con respecto a los casos de corrupción habidos en aquella comunidad durante años y en el momento que Cs decidió romper finalmente su acuerdo, ante el incumplimiento de lo acordado, y presentar una moción de censura el PP se las ingenió, seguro que no por arte de magia, para lograr que varios miembros de Cs se integrasen en el Gobierno murciano y salvar la moción de censura para poder mantenerse a cualquier precio en el poder.

En la Comunidad de Madrid, la Sr. Ayuso decidió convocar elecciones alegando motivos que no eran ciertos, intentando responsabilizar de ello a Cs, mientras la maquinaria mediática del PP creaba toda la confusión posible al respecto para encubrir el motivo verdadero que no era otro que la molestia que ocasionaba al PP tener que cumplir ciertas exigencias de Cs para el buen gobierno.

A la presidenta le salió bien la jugada, pero la desaparición de Cs del gobierno tuvo inevitables consecuencias negativas, como fue la decisión de Ayuso de reformar a su gusto Telemadrid, algo que no habría permitido Cs y que fue criticado con fuerza por toda la oposición, incluido Vox, que a pesar de eso finalmente se abstendría en la votación llevada a cabo en Julio de 2021.

Para acabar este rápido y breve repaso habría que mencionar que junto con los repetidos intentos de convencer a miembros importantes de Cs para que ingresasen en el PP, las últimas fueron Begoña Villacis e Inés Arrimadas, desde el entorno de este partido tienen la mala costumbre de enrarecer el ambiente con insinuaciones, que se demuestran después como falsas, que se filtran en las redes sociales y algunos medios de comunicación pretendiendo dar a entender cosas que no son ciertas.

Es curioso como los viejos partidos ni se han inmutado por las numerosas “atrocidades” cometidas y han seguido a lo suyo como si no hubiese pasado nada, con lo que lo podrían volver a hacer en cualquier momento si la situación lo demandase, siempre según sus intereses particulares.

Las consecuencias de todo esto para la política española ha sido un deterioro de la misma tal como se ha visto: una mayor polarización, aumento progresivo del sectarismo ideológico, como en el caso de Navarra, y un mayor protagonismo para los partidos populistas, junto con el habitual abuso de las instituciones por parte de los viejos partidos, como en el Ayuntamiento de Tudela, con UPN aprovechando su mayoría absoluta para subir las retribuciones de los ediles de manera innecesaria y excesiva, algo que no habría ocurrido si dependiese de algún representante de Ciudadanos.

En cualquier caso, y a pesar de todo lo comentado, la ausencia de Cs en la convocatoria electoral actual no implica la desaparición del partido, como muchos sugieren interesadamente o como a muchos otros les gustaría, pero dificulta el que Cs pueda volver a recuperar la importancia que llegó a tener en su momento de máximo esplendor y que supondría tener una nueva oportunidad histórica en la política española para realizar las reformas pendientes y necesarias, aunque teniendo en cuenta la situación general y la actitud de los viejos partidos, es probable que se volviese a desperdiciar la oportunidad. Aunque seguro que por Ciudadanos no va a quedar el seguir intentándolo a pesar de las muchas dificultades. El actual secretario general del partido, Adrián Vázquez Lázara, ha demostrado en el Parlamento Europeo ser una persona muy capaz y hay que mencionar que el actual coordinador nacional del partido es el tudelano Carlos Perez-Nievas, quien fue también candidato a la alcaldía de Tudela y al Gobierno de Navarra en las últimas elecciones municipales y autonómicas, donde desgraciadamente tuvo muy poco apoyo, a pesar de su valía.

Comentarios finales

Aun a riesgo de ser malinterpretado, algo habitual cuando se trata de Cs, y de que pueda parecer que todo esto no ha sido más que una simple apología partidista, me he visto en la responsabilidad de plasmar estas reflexiones ante la enorme gravedad de la situación política y de lo ocurrido con Cs.

El sorprendente desinterés generalizado al respecto de lo aquí tratado es un síntoma también, que encierra un gran peligro, el de no reconocer estas situaciones y que puedan volver a repetirse.

Como decía al principio, no pretendo crear controversias ideológicas, y las críticas realizadas al “sistema” establecido y a los grandes partidos no son gratuitas ni destructivas, sino un intento de apuntar algunas cuestiones que deberían revisarse a fondo, para poder solucionar problemas pendientes y evitar crear otros similares. El arrastrar problemas del pasado sin reconocerlos hace que estos se repitan, lo que limita la capacidad de respuesta ante los nuevos problemas e incrementa la complejidad de la situación general. Las habituales soluciones a corto plazo y los parches provisionales no son una solución real y en ocasiones pueden resultar contraproducentes.

Me consta que hay personas en los diferentes partidos políticos y medios de comunicación que tienen buena actitud y hacen bien su trabajo, pero hay que reconocer que la situación a nivel general deja mucho que desear, y muchas de esas personas son también conscientes de ello.

Sin pretender ponerme apocalíptico, lo cierto es que hemos cometido muchos errores y hemos perdidos ya muchas, demasiadas, oportunidades para reconducir la situación y ésta es cada vez más delicada. El sistema democrático y el Estado del Bienestar no se pueden dar por supuestos ni pensar que se sostienen de la nada. Sin una ciudadanía madura y responsable no son sostenibles y el delegar nuestra responsabilidad en los políticos y esperar que solucionen los problemas de forma milagrosa es tan irreal como contraproducente, en especial si recurrimos a populismos, a las viejas ideologías y a sentimientos nacionalistas. Aunque todas estas tendencias político-ideológicas son respetables, excepto en los casos en que degeneran en actitudes radicales y/o totalitarias, hay que aclarar que si éstas tienen demasiada influencia, acaban eclipsando a otras opciones más maduras que, por su naturaleza, son mucho más necesarias en la actualidad para la buena salud de la política y el buen funcionamiento de la democracia, y esa situación tiene unas consecuencias importantes, como la constante erosión interna del sistema democrático así como del estado del bienestar, el cual se va transformando progresivamente en otra cosa diferente, aunque se le siga llamando igual, y se hace finalmente insostenible, aunque algunos de sus elementos ya lo son desde hace tiempo.

La habitual falta de reflexión serena y profunda es una de las principales causas que nos ha traído a esta compleja y delicada situación y una de las que nos impide salir de la misma.
Es necesario por tanto, a mi entender, cultivar más la reflexión (meditación), en la vida en general y en la política en particular, lo que ayuda a superar el simple racionalismo relativista o positivista. Para ello hace falta adoptar una buena actitud y un mayor interés y respeto para con la verdad, bastante maltratada actualmente como ya se ha comentado, que no es un sistema fijo y rígido sino algo a lo que nos podemos acercar con la actitud y el esfuerzo adecuado. Es imprescindible en ese proceso evitar los análisis simplistas y posturas reaccionarias, tan habituales en la actualidad.

De esta manera se puede tomar distancia con el sectarismo ideológico que prevalece y también se puede evitar ser arrastrado por las corrientes que van y vienen en la opinión pública, muchas de ellas relacionadas con el oscurantismo difuso del que se ha hablado, incluido el autóctono.

Aprovechemos por tanto la jornada de reflexión para reflexionar y no solo a la elección del voto. Así colaboraremos, aunque sea de manera modesta, en mejorar las cosas y habrá más posibilidades para reconocer y poder aprovechar las próximas oportunidades importantes que se presenten.

Ricardo Arlegui Baigorri (Tudela 1975)
Investigador independiente. Graduado en Historia del arte, Experto universitario en Historia y Filosofía de las Religiones, Experto universitario en Conservación y Gestión de Patrimonio Cultural, etc.