Opinión

¡Inmigrante elige: muerte segura o muerte probable!

¡Qué hipócritas somos! Qué sencillo nos resulta mostrar solidaridad y empatía con los protagonistas de las escenas desgarradoras y crueles, por desgracia continuas, y ante algunas penurias capaces de remover los cimientos de nuestras conciencias consiguiendo, sin mucho esfuerzo además, que el sentimiento que nos provocan sea sincero pero, escenas y circunstancias que, por otra parte,  percibimos lo suficientemente lejanas a nuestro entorno inmediato, que no nos incomoda la simple intuición de su presencia, en un ámbito relativamente próximo.

Hay muchas personas que, lamentablemente, en la actualidad, huyen de un conflicto, de manera tan desazonadora y desgarradora,  como otras muchas que huyen del hambre y la miseria y, sin embargo, nuestra respuesta, desde el acomodo de la zona de confort en la que nos movemos, la que aún nos brinda nuestra sociedad, no es ni parecida, en un considerable porcentaje de respuesta.

Unos, nos sobrecogen  tanto que, nos rasgamos las vestiduras sin complejo ni fingimiento alguno, convirtiéndonos, casi de manera repentina, en audaces activistas morales. Los otros, no son objeto de nuestra consideración, de nuestra caridad, ni de nuestro pesar y remordimiento, aunque vivan dos puertas más allá de la de nuestra casa.

Respecto a unos, se clama y proclama, sin complejo, la apremiante necesidad de que “alguien” haga algo (los más solidarios en cambio preguntan qué pueden hacer en primera persona), mientras que, respecto a los otros, se denuncia con indignación y disgusto, de manera reiterada, que puedan “aprovecharse” de ayudas sociales establecidas por las instituciones y órganos de nuestro estado de bienestar. Unos, nos dan lastima. Otros, molestan sobremanera, dado que se da por sentado que vienen a quitarnos el trabajo y a “invadirnos” con sus costumbres, hábitos, usanzas y tradiciones.

La foto del niño sirio de tres años malogrado en una playa de Turquía, ha supuesto un punto de inflexión en la conciencia de nuestra sociedad, de manera genérica. Quien critica que ese tipo de situaciones no debieran exponerse de manera pública y notoria, está obviando que, en muchas ocasiones, si no se nos acerca, de alguna manera, al estado y dramas que vienen acaeciendo en la parte de la historia que nos ha tocado vivir, no las advertiríamos. De hecho, ¿podemos siquiera imaginar en qué situación quedan los que, por no disponer de poder adquisitivo suficiente, no pueden salir de los países afectados de origen? ¡Qué no podemos ver de los que se quedan!

"Unos nos dan lástima, otros molestan sobremanera...

Ojalá seamos capaces de eliminar las grietas que nos separan"

El drama no deja de existir porque no seamos conscientes, ni testigos de ello. Es más, personalmente creo que, ni aún viendo tremenda imagen como la que acapara la atención, estos días, en todas las portadas, tanto en los medios de comunicación, como en las redes sociales, no nos acercamos ni de lejos, a la realidad que viven esas personas, tratando de huir de una muerte segura, asumiendo y aceptando en su desesperada aventura, una muerte probable.

Ojalá seamos capaces de avanzar, pero con contundencia,  en dirección a sellar y eliminar las grietas que separan nuestra particular percepción de los seres humanos en función de múltiples factores, como la procedencia, religión, creencias, sexo y, finalmente,  nos lleve a concienciarnos, sin fisuras, que los “unos u otros”, inmigrantes o no, de allá o de acá,  son igualmente personas como tú y como yo, sólo que, en la ruleta de la vida, no les ha tocado la misma suerte.

Isuka Navarro

Castejón