Al hilo de la subvenciones otorgadas por el Gobierno de Navarra del cambio a los Ayuntamientos afectados por las riadas de 2015, me viene a la cabeza el cuento de los tres cerditos. Porque hay que empezar a echarle fantasía a las decisiones que vienen emanando de las cabezas de nuestros nuevos administradores forales.
Este gobierno está echando permanentemente la vista atrás, y en su visión guerracivilista de las relaciones políticas, se vislumbra la recuperación de una figura manida y casi olvidada como es el estraperlo.
Es lo que están haciendo cada vez que reparten las dádivas entre los ajenos, mientras laurean monetariamente a los propios, creando un mercado negro de la subvención donde el valor de lo concedido se establece en función de la masa gris euskara de quien lo solicita, eso sí, cumpliendo la Ley o, si lo necesitan, modificándola.
El Departamento de Administración local ha hecho públicos dos comunicados: uno que dice que han cubierto el cien por ciento de las ayudas solicitadas por doce ayuntamientos; y otro que dice que no, y lo argumentan. Y aquí es donde me paro para hablar de cerditos. Porque resulta que las riadas se comen las motas de defensa de los pueblos, y los ayuntamientos hicieron obras de urgencia para tapar los agujeros y mermar el percance, asumiendo por adelantado el coste. No taponar supondría un daño mayor. Y como la tierra se la llevó el agua, algunos decidieron hacer su escollera de piedra. Pues no. A juicio del Gobierno del cambio eso está mal. ¿Piedras donde había tierra? No, por favor.
Para algunos alcaldes, aquí se va a joder la marrana, porque el Cuatripartito no apoya el fortalecimiento de las defensas frente al río. Acaso preferirían que la fuerza del agua arrase los motarrones de la Ribera. Todavía no han ordenado que se construyan de paja. Desde luego, los de ladrillo no se abonan. Ya sabemos quién es el lobo en esta película. Y los cerditos del cuento, los que viven año tras año el bucle de las riadas, cual Día de la Marmota.
José Mª Cambra Amigot
Periodista
