Opinión

Iluminación o ahorro

Este año más que nunca, por los altos precios de la luz y la energía, el debate entre los partidarios y los detractores de las luces de Navidad está servido.

A mi modo de ver, la Navidad es una época especial, no solo por las connotaciones religiosas, motivo de las festividades, sino porque son unas fechas especiales donde muchas personas que viven fuera, reaparecen en las calles de sus ciudades o pueblos de origen y donde muchas familias se juntan en torno a una mesa. Una época distinta, sobre todo para los más pequeños. Una época donde todos nos sentimos más cercanos.

Por ese motivo, todo lo que alegre, de felicidad, genere una sonrisa o una admiración tendrá mi beneplácito. Por este motivo defiendo las luces de Navidad, los adornos y las guirnaldas. Al igual que defiendo los Belenes, las cabalgas de Reyes, los villancicos y apoyo la idea de dar la bienvenida a los Reyes por nuestro puente del Ebro.

Las luces dan alegría, hacen que las ciudades se transformen, nos reconfortan en esta época de frío y noches largas, nos meten de lleno en esta celebración y nos transportan a nuestra niñez.

Por estos motivos estaré en contra de esta corriente que desprestigia y critica las tradiciones, lo religioso, las costumbres y que critican las luces por el gasto que conlleva, obviando los millones de euros que las administración despilfarran en gastos bastantes más propagandísticos y partidistas.