Aparecen un año más las navidades en el horizonte y parece inevitable la tendencia a mirar lo que ha acontecido en el año, fijarse nuevos objetivos, y analizar si hemos cumplido con los del año pasado.
Mientras que, para una parte de la sociedad, las navidades son una fecha religiosa, aunque cada vez mucho menos, y feliz, para otros es motivo de otras connotaciones diametralmente opuestas. Quizás la crítica más extendida sea la del consumismo.
No se trata de aguar estas fiestas. Pero sí que deberíamos tener presente que la humanidad, como media, necesitaría 1,75 planetas para satisfacer sus demandas de recursos naturales. Pero las diferencias son muy grandes dependiendo de cada país: de los 9 planetas que consume Qatar, a los 5,1 de EE. UU, o los 2,8 de España... a los 0,3 planetas de Yemen. El modelo actual de producción y consumo es una de las principales causas de la crisis climática y la destrucción de la naturaleza.
Pero aparte de esto, ¿cómo podemos pasar una feliz Navidad? Disfrutar de aquello que tenemos. Tratemos de que sea un momento para estar felices de estar vivos, de llevar adentro a aquellos que se fueron y poder crear un terreno de esperanza. Y, como dice la frase del brindis, levantar la copa por la vida.
